12 ene. 2025

Papa Francisco anima a acercarse a llagas de Jesús

Hoy meditamos el Evangelio según San Juan 20, 19-31. En una reflexión previa al rezo del Regina Coeli, el Papa reflexionó sobre el episodio evangélico en el que se narra cómo Jesús se aparece en el cenáculo portando tres dones: la paz, la alegría y la misión apostólica.

“Las primeras palabras que dice son: ‘Paz a vosotros’. (…) Señaló que “sus discípulos, por primera vez, tenían necesidad de esa paz, porque después de la captura y la condena a muerte del Maestro estaban derrumbados en el desconcierto y en el miedo”.

Jesús “se presenta vivo en medio de ellos y, mostrando las llagas en su cuerpo glorioso, les da la paz como fruto de su victoria”.

“(…) Ocho días después, es decir, justo un día como hoy, se repite la aparición: Jesús acude al encuentro de la incredulidad de Tomás, invitándolo a tocar sus llagas. Ellas constituyen la fuente de la paz, porque son el signo del amor inmenso de Jesús que ha derrotado las fuerzas hostiles al hombre, es decir, el pecado, el mal y la muerte”.

El Pontífice subrayó que el modo en que Jesús mostró sus llagas a Tomás “es una enseñanza para nosotros. Como si Jesús nos dijese, ‘si no estás en paz, toca mis llagas’”.

“Tocar las llagas de Jesús, que son tantos problemas, dificultades, persecuciones, enfermedades…, de mucha gente que sufre. ¿No estás en paz? Acude a visitar a alguno que sea el símbolo de las llagas de Jesús, toca las llagas de Jesús. Porque de esas llagas surge la misericordia. Por eso hoy es el Domingo de la Misericordia”.

(…) Asimismo, en medio de la pandemia y con la llegada del Domingo de Resurrección, el papa Francisco les recordó a los “hermanos y hermanas” que integran los movimientos populares del mundo que “si la lucha contra el Covid-19 es una guerra, (ellos) son un verdadero ejército invisible en las más peligrosas trincheras.

Hizo hincapié en que el arma más valiosa de las organizaciones populares “es la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo”.

(…) Sin embargo, les pidió que no se encierren en la queja, que se sigan arremangando y trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común. “Esta actitud de ustedes me ayuda, cuestiona y enseña mucho”, aseguró. “A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado”, agregó.

En la misiva, además, les dedicó unas palabras a los gobiernos de todo el mundo para que comprendan que los paradigmas tecnocráticos (“sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos”) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad. “Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir”, aseveró.

(…) También los invitó a pensar en “el después” ya que una vez que pase la tormenta se sentirán las consecuencias.

“Ustedes no son unos improvisados, tienen la cultura, la metodología pero principalmente la sabiduría que se amasa con la levadura de sentir el dolor del otro como propio. Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo”, remarcó.

Y continuó: “Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse”.

“Ante las dificultades que, en mayor o menor medida, puedan surgir en estos momentos por el crecimiento de la pandemia causada por el Covid-19, renovemos la confianza en el Señor y afrontemos esta situación “con la fuerza de la fe, la certeza de la esperanza y el fervor de la caridad” (Francisco, 8-III-2020)”.