EFE
La iniciativa convirtió por primera vez la enorme sala de las audiencias papales diseñada por el arquitecto italiano Pier Luigi Nervi en un inusual comedor, con mesas circulares dispuestas para diez comensales cada una y alrededor de otra central donde se sentó el pontífice.
La misa en el Vaticano y el almuerzo posterior forman parte del programa de la celebración de la I Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el papa como llamada de atención a los cristianos para que ayuden a las personas en situación desfavorecida.
En la misa presidida por el pontífice este dijo que la “indiferencia” es el “mayor pecado contra los pobres” y que para los cristianos es un “deber evangélico” cuidar de ellos.
Jorge Bergoglio dijo que esa indiferencia hacia los pobres significa “mirar para otro lado cuando el hermano pasa necesidad, es cambiar de canal cuando una cuestión seria nos molesta, es también indignarse ante el mal, pero no hacer nada”.
“Dios, sin embargo, no nos preguntará si nos hemos indignado con razón, sino si hicimos el bien”, agregó el papa.
Dijo que en los pobres “se manifiesta la presencia de Jesús” y que “si a los ojos del mundo tienen poco valor, son ellos los que nos abren el camino hacia el cielo, son nuestro ‘pasaporte para el paraíso’”.
A la misa asistieron entre 6.000 y 7.000 personas pobres, muchos acompañados de miembros de organizaciones de ayuda a necesitados, que procedían sobre todo de países europeos, aunque también había refugiados de otras partes del mundo.
En la ceremonia vaticana se sirvió para la eucaristía pan que una organización de caridad distribuye en comedores para pobres y que luego se sirvió en el almuerzo del Aula Pablo VI.
El papa abrió este almuerzo con el deseo de “que Dios nos bendiga, bendiga nuestros corazones, nuestras familias, nuestros deseos, que nos dé salud y fuerza. También una bendición a todos los que están en otros comedores en toda Roma”.
La banda de la Gendarmería Vaticana y el coro “Le dolci note” amenizaron la comida, servida por unos 150 voluntarios procedentes de diferentes diócesis y parroquias.
El menú fue elaborado por un conocido restaurante de la localidad de Bassano del Grappa, en la región del Véneto (noreste de Italia) y estaba compuesto de gnochetti sardos con tomate, aceitunas y queso de Collina Veneta, estofado de ternera con verduras, polenta y brécol y tiramisú de postre.
Unas 2.500 personas que habían asistido a la misa en el Vaticano fueron invitadas a almorzar en comedores de seminarios e instituciones católicas de Roma, como la Comunidad de Sant’Egidio, Cáritas, el Circolo di San Pietro o el Pontificio Collegio Americano del Nord.
Este domingo continuó prestando servicio a los pobres llegados de diversas partes de Italia y otros países europeos el dispositivo médico móvil instalado junto a la Plaza de san Pedro que el papa Francisco visitó el viernes.
En esa instalación médica se ofrecieron durante esta semana y gratuitamente consultas médicas con especialistas de cardiología, dermatología, enfermedades infecciosas, ginecología y andrología, con el apoyo de diferentes instituciones médicas de Roma y del Vaticano, informó el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
La asistencia a los pobres prestada allí, así como el almuerzo ofrecido en el Vaticano sigue a las iniciativas puestas en marcha en los últimos años durante el pontificado de Francisco, dirigidas a ayudar a las personas desfavorecidas en el entorno de la Ciudad del Vaticano.
Ejemplos de ello han sido los servicios de duchas, atención médica, peluquería y lavandería y el alojamiento para personas sin techo creados en los alrededores de la Plaza de san Pedro, iniciativas de la limosnería vaticana.
El año pasado también comenzó a operar en el mismo lugar un ambulatorio médico donde los sintecho pueden recibir asistencia de médicos voluntarios de la asociación italiana Medicina Solidale.