“Para un niño un juguete es una bendición”, dijo a la AFP el mayor de los Bomberos Municipales, Héctor Chacón, de 77 años, ataviado con el tradicional gorro y traje rojo y blanco, botas negras y un saco con regalos también rojo.
Tras repartir abrazos preguntó a los niños: "¿Están contentos?”. Y todos respondieron con un sonoro “siiií" en la comunidad de Jesús de la Buena Esperanza.
El gesto “está enfocado hacia las criaturas de escasos recursos, porque entendemos y comprendemos que hay muchos niños que quisieran tener juguetes, pero hay prioridades en un hogar”, dijo el bombero.
Con su barba de peluche blanco, Chacón, delgado a diferencia del personaje de Papá Noel, destacó el apoyo de la población para realizar la actividad y que los niños “puedan tener una Navidad alegre, feliz”.
Noble tradición
Como todos los años desde 1997, el rescatista, utilizando un arnés y cuerdas, desciende desde alguna estructura de gran altura para entregar los regalos.
El primer descenso lo hizo en la emblemática Torre del Reformador de Ciudad de Guatemala, y desde entonces ha bajado por otros puentes de la capital. En una ocasión lo hizo desde un helicóptero en un parque deportivo.
Desde hace unos ocho años, baja del puente Las Vacas, un antiguo paso de ferrocarril, para cumplir con esta tradición.
“Es un gusto compartir con estos chiquillos, la verdad es que a algunos de ellos los vi muy pequeños. Este es el año número 26 (de vestirse de Papá Noel) y durante ocho años consecutivos he venido a este sector, porque los niños de este sector me rompieron el corazón, siempre esperan a Santa”, resume Chacón.