“Los males que aquejan a todos, a ustedes los golpean doblemente”, denunció Francisco en la carta.
Explicó que las dificultades de la cuarentena son mayores “cuando la vivienda es precaria” o se “carece de un techo”, cuando se vive “el día a día sin ningún tipo de garantías legales que los protejan”, como sufren los trabajadores y las trabajadores “independientes o de la economía popular” .
Francisco citó a “los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los constructores, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado”, y que “no tienen un salario estable para resistir este momento”.
Lea más: El Papa llama a estar cerca de los sintechos
Ante esta realidad, el papa Francisco consideró que es tiempo de pensar en un salario universal que dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan y haga realidad “esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos”.
Francisco afirmó que en este tiempo de “tanta angustia y dificultad”, los movimientos populares “son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras (...) sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad”.
Lea también: El papa Francisco bendice al mundo en soledad por el coronavirus
En la carta, Francisco tiene un reconocimiento especial para las mujeres, que multiplican el pan en los comedores comunitarios cocinando con dos cebollas y un paquete de arroz para cientos de niños, y para los enfermos y los ancianos “tantas veces olvidados en esta sociedad enferma de soledad”, y los “campesinos y agricultores familiares que siguen labrando para producir alimentos cuidando la casa común y atendiendo las necesidades del pueblo humilde y trabajador”.
“Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro”, escribió Francisco.