Una de las cosas que más le gustan de su trabajo, según cuenta, es la independencia. “Podemos elegir nuestro horario y la forma en que nos manejamos. También cuando hablamos con nuestros clientes y nos cuentan sus cosas”.
Entre lo difícil de cada día; deben hacerle frente a las veces que la venta es escasa o nula. Más aún cuando hay aumentos. En esos momentos saben que deben pagar las mercaderías traídas y que las cuentas no esperan.
La situación económica suele ser un escollo para concretar planes que uno tiene a futuro. Carolina lo sabe. “Por circunstancias de la vida no pude estudiar. Me hubiese gustado ser administradora o contadora. Pero este es un buen trabajo también”, dice, sin descartar que pueda cumplir alguna vez ese anhelo.

Como parte de una familia que trabaja en el mercado, Carolina sabe del esfuerzo de estar a las 3:00 de la mañana transportando sus productos. También de estar en su puesto cada día haga mucho frío, calor o con lluvia.
“Lo que nos enseña el día a día acá en el mercado es que para nosotras, las mercaderas, no hay nada imposible. Acá aguantás todo”.
Hablando de los últimos cinco años, dejó una opinión con base en lo vivido. “Las personas pobres fueron más pobres y los ricos más ricos”.
Una batucada proselitista estaba en el momento de la entrevista recorriendo la zona. Carolina espera que vayan más de seguido y no solo cuando necesitan los votos de trabajadores.