Las proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que están en línea con las presentadas por otras entidades como el Banco Mundial (BM), estiman para 2022 un crecimiento claramente por debajo del registrado el año pasado, cuando se alcanzó una cifra del 5,5%, y esta tendencia va a agravarse en 2023, pues el crecimiento descenderá hasta el 3,5%.
Estas cifras modestas no van a permitir, por ejemplo, que mengüe la pobreza extrema en el mundo: en este 2022 se espera que se incorporen a este grupo de excluidos 64 millones más que los que había en 2019, el último año antes de la pandemia.
La recuperación mundial, tan necesaria por la crisis causada por la Covid-19, parece que se ralentiza por varios factores, entre ellos la expansión de la variante ómicron, los problemas en el mercado laboral, las discontinuidades en la cadena de suministro y las presiones inflacionistas.
El mercado laboral muestra la paradoja de un mundo rico donde faltan trabajadores para empleos no cualificados (principalmente en Estados Unidos) y un mundo pobre con masas de población en edad laboral que no encuentran empleos.
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Pero en general, actualmente hay 137 millones de empleos menos que antes de la pandemia, destacó en su presentación Hamid Rashid, jefe del departamento económico de la División de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU.
Los economistas de la Organización de las Naciones Unidas apuntan que, a pesar del robusto rebote registrado en el conjunto de 2021, en los últimos meses este se ha frenado ya de forma importante en China, Estados Unidos o la Unión Europea a medida que las políticas de estímulo han empezado a reducirse y que aparecían problemas en las cadenas de suministro.
Una vez más, la ONU advierte que el aumento de la desigualdad —tanto dentro de los países como entre naciones ricas y pobres— va a ser una de las grandes consecuencias económicas de la pandemia del Covid-19.
En ese sentido, el informe presentado este jueves señala que África y Latinoamérica y el Caribe se van a quedar muy lejos de las proyecciones de crecimiento que tenían antes de la pandemia, mientras que se espera que las economías más avanzadas, sobre todo las del sur y sureste asiático, se hayan recuperado casi plenamente para 2023.
Y así, pese a varios años seguidos de crecimiento, en 2023 Latinoamérica y el Caribe aún tendrán su PIB por debajo del que tenían en 2019 (-5,5% y -4,2%, respectivamente), lo que “exacerbará la pobreza y la desigualdad, socavando el desarrollo sostenible”.
Además, apunta que la desigual recuperación de empleo y de ingresos entre distintos grupos de población está disparando las desigualdades dentro de los países, con las mujeres como las peor paradas, especialmente en países en vías de desarrollo.
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“Por haber estado en la primera línea del frente durante la pandemia, muchas tuvieron que abandonar sus empleos”, recordó Rashid, y en la pospandemia, solo los países europeos y norteamericanos han tenido una estrategia de reincorporarlas al mercado laboral con medidas dirigidas principalmente a aliviar sus cargas en el cuidado de los niños, principalmente.
Sin embargo, en los países pobres, donde no han tenido ayudas públicas, las mujeres se enfrentan a una combinación de “altas expectativas familiares junto a baja cualificación”, lo que hace muy difícil su vuelta al mercado laboral.
“Una crisis como la actual nos da la oportunidad de repensar las políticas sociales y del mercado laboral”, recordó el economista, quien insistió en que “si no practicamos políticas inclusivas, las cosas no harán sino empeorar”.
En ese sentido, Naciones Unidas considera prioritario evitar una “consolidación fiscal prematura” en muchos países en vías de desarrollo, a pesar de que reconoce que la mayoría tienen poco margen de maniobra. Además, advierte que una retirada excesivamente rápida de los estímulos monetarios que los bancos centrales de todo el mundo desplegaron ante la crisis puede minar la frágil recuperación que se espera.