Este contexto dinámico nos ofrece una oportunidad inmejorable para dar un salto en el desarrollo del país, más allá de lo que los actuales “motores” de la economía paraguaya ofrecen y producen normalmente.
Tengamos presente que con estos “motores” –agrosistema de granos y oleaginosas y carne bovina principalmente– hemos estado creciendo a una tasa promedio de menos del 3% anual en la última década. Considerando la duración del “bono demográfico”, debemos crecer al 6%/año para duplicar el ingreso per cápita cada década, de forma a aprovechar plenamente la mayoría joven de la población, que podrá durar unos 20 a 30 años y no más.
Entonces, ¿qué podemos y debemos hacer para asegurar la realización de todo nuestro potencial de crecimiento?
En primer lugar, usar toda la energía eléctrica disponible, generando el máximo de valor en el país, e invirtiendo de manera concomitante en nueva generación, asegurando la disponibilidad futura de energía. El primer paso en ese sentido lo están dando las empresas procesadoras de datos, principalmente para generar activos digitales (bitcoin y otros), que pueden considerarse como la primera etapa de la cadena de valor de la industria digital, que tiene múltiples procesos y resultados en el mundo actual, como se describe en el punto siguiente.
En segundo lugar, destinar todos los recursos posibles –públicos y privados– a la formación específica en las habilidades digitales más requeridas por la industria digital, sector económico que hoy crece en el mundo a una tasa agregada de 18%/año. Este potente crecimiento tiene diversos subsectores e innúmeras actividades productivas de alto rendimiento actual, que se pueden sintetizar en la denominación xaaS (everything as a service, todo como servicio). Eso puede incluir desde el desarrollo de software (para todos los usos), plataformas digitales, infraestructura digital, comunicaciones y, desde luego, inteligencia artificial.
En tercer lugar, acelerar la integración digital del país, asegurando nuestro acceso autónomo a los troncales de fibra óptica que hoy son las “autopistas digitales” del mundo y, a la vez, complementando con nuevas tecnologías como los satélites de comunicación de nueva generación, entre otras.
En cuarto lugar, pero no menos importante, modificando y ajustando toda la legislación y reglamentación nacional pertinente para volvernos efectivamente atractivos a la inversión digital no especulativa, que venga a establecerse en el país con perspectiva de largo plazo.
¿Es mucho plantear todo esto? Podrá parecer inalcanzable a algunos, pero quienes ya lo están haciendo, superando condiciones insuficientes en los cuatro aspectos mencionados, son prueba fehaciente de que estamos en condiciones de dar el gran salto adelante.
Resumimos las condiciones actuales: La contratación del principal insumo de la industria digital, la energía eléctrica, se realiza de manera compleja, con esquemas ya superados en la mayor parte de los mercados competitivos del mundo. Y los precios contratados están sujetos a cambios sin justificación fehaciente, más bien motivados por las necesidades financieras del monopolio estatal.
No tenemos suficiente talento digital preparado para todas las actividades que son hoy requeridas, pero ya se está formando a cientos, hasta miles de jóvenes paraguayos que están trabajando y obteniendo ingresos muy superiores al promedio de quienes logran su primer empleo formal en el país en los rubros tradicionales.
No tenemos condiciones de proveer servicios digitales que requieran conexiones óptimas, pero las empresas que ya están en el país se dedican a todo lo que es posible. De ahí que el negocio principal actual sea el procesamiento de activos digitales, que es solamente el primer eslabón de una gran cadena de creación de valor digital. Aspiramos, en un futuro próximo, a ser jugadores relevantes en el servicio digital de mayor crecimiento, la inteligencia artificial.
Todavía no contamos con las “condiciones habilitantes” adecuadas para atraer a los grandes de la economía digital global, que ven con interés inicial la dotación energética del país, pero no encuentran un fundamento suficiente más allá de expresiones positivas y esperanzadoras de nuestras autoridades.
En condiciones que no son ideales, igual estamos dando los primeros pasos que muestran que convertir el país en un “hub tecnológico” es totalmente viable y solamente requiere claridad de propósito de las autoridades y decisiones claras y rápidas.
Esto es crucial, debido a la velocidad evolutiva de la industria digital, que no permite vacilar o demorar en crear las condiciones necesarias para volverse destino de las inversiones que están previstas por parte de este sector económico, que ya es el principal factor de dinamismo de la economía mundial.