01 ene. 2025

Paraguay, año 2024: El declive del pluralismo y los contrapesos democráticos

El año que está culminando quedará marcado en la memoria colectiva como aquel donde se consumaron las mayores amenazas al pluralismo, la libertad de asociación y la libertad de crítica, en un contexto práctico de anulación de contrapesos.

A la situación de por sí marginal y de fragilidad extrema de la oposición, se suman afrentas directas a la consolidación del espacio cívico, desde un poder del Estado, ni más ni menos, como el Legislativo, el poder representante del pueblo por excelencia en una democracia representativa.

Nada que pueda resaltarse en materia de obras de gobierno, paralelo a este hito, puede tener alguna consideración relevante, ya que, si hablamos de anular libertades o amenazar con ello, ninguna obra o política pública impulsada por el Gobierno tendrá la magnitud de una avanzada tan perversa y con efectos directos tan negativos para nuestra democracia, como legislar contra el pueblo y sus derechos.

Este oficialismo colorado es una amenaza para las libertades cívicas, para el modelo de Estado laico y social de derecho consagrado con fuerza en la Constitución de 1992. El modelo político “Dios, patria, familia y mercado” que este Gobierno promueve, a decir de un reciente, muy buen artículo de Vladimir Velázquez, publicado en el Informe de Codehupy 2024, contraría los valores y los principios republicanos que con mucho esfuerzo se pudieron construir en estos escasos 35 años de democracia. Si esos son los límites que impone este modelo de gobierno, ¿qué queda por fuera de eso? Lo que queda por fuera, y no tiene lugar en el modelo oficialista, son los valores fundantes de la democracia: la tolerancia, la razón, el pluralismo y la perspectiva social de la política.

Este año ha sido, además, el de la profundización conservadora de este modelo, marcada por discursos que desconocen las desigualdades de género, que denostan contra las organizaciones de la sociedad civil, criminalizándolas, y que buscan, fervientemente, reducir el espacio cívico, eliminar las voces disonantes de aquellas que alaban al oficialismo y se aprovechan de sus recursos. El oficialismo, en este sentido, sigue una ruta, un modelo que tiene arraigo mundial, no innovan, replican recetas que vienen siguiendo las derechas más autoritarias a nivel mundial. Lejos de incomodarse o preocuparse con ello, referentes principales del oficialismo han participado de foros internacionales y se han mostrado cercanos a líderes autoritarios mundiales como el caso de Viktor Orban, primer ministro húngaro, figura emblemática del conservadurismo autoritario en Europa. El cartismo teje redes a nivel internacional con estos sectores, y replican aquí dichas recetas. A nivel regional tienden puentes con el bolsonarismo en Brasil y sectores radicales de la Libertad Avanza en la Argentina. A nivel local, se conecta a una red de contactos políticos, periodistas, empresarios y hasta religiosos. Mirando este cuadro, no son de extrañar las acciones temerarias en contra de la Unión Europea, las ONG y cooperación internacional.

Las relaciones Ejecutivo-Legislativo han resultado fluidas para los intereses del presidente. Hay un contexto armónico de aprobación y acompañamiento de proyectos de leyes que, sin embargo, es nocivo para el fortalecimiento democrático, ya que no existe pluralismo, y las decisiones son tomadas de forma exprés, incluyendo el parecer único del bloque oficialista. Toda opinión contraria es desatendida, o, yendo a un caso extremo, eyectada del Congreso, como le ocurrió a la senadora Kattya González, de forma inconstitucional. A la par, los congresistas que adhieren a las acciones del oficialismo, son premiados con aumentos de salarios y combustible, de contramano totalmente con el discurso de austeridad y eficiencia del gasto que pretenden bajar desde el Ejecutivo.

Las relaciones internacionales, han tomado en este año una dimensión cuasiesquizofrénica, con decisiones erráticas desde el Ejecutivo que han puesto al país en aprietos frente a aliados históricos y de mucho peso como la Unión Europea y los Estados Unidos.

Finalmente, un tema central para la calidad democrática, la vigencia de contrapesos. A la situación de los partidos de oposición deben sumarse las amenazas y golpes directos a organizaciones de la sociedad civil y referentes de este sector, y un clima hostil hacia medios de prensa no oficialistas.

Este es el escenario político que deja el 2024, poco para celebrar, mucho para estar alertas.

A la situación de por sí marginal y de fragilidad extrema de la oposición, se suman afrentas directas a la consolidación del espacio cívico (desde el Legislativo).

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