Siendo un país mediterráneo y con una economía pequeña, somos muy dependientes de lo que ocurra en nuestros dos grandes países vecinos, en la Argentina que tiene un PIB 15 veces mayor y sobre todo en el Brasil que tiene un PIB 47 más grande que el nuestro.
A lo largo de nuestra historia el Paraguay ha tenido que moverse siempre al compás de las grandes turbulencias que estas dos potencias regionales generan, pero el momento actual es extraordinariamente complicado y desafiante.
Hoy la Argentina y el Brasil se encuentran en los extremos, tanto en el aspecto político como en el económico: El Brasil de Lula es de izquierda y la Argentina de Milei es de derecha; el Brasil esta alineado con los BRICS y la Argentina con los EEUU de Trump; el Brasil incrementa su gasto público para crecer y la Argentina le puso una “motosierra” al gasto público para reducir la inflación; el Brasil tiene un enorme déficit fiscal y un dólar subiendo descontroladamente y la Argentina tiene equilibrio fiscal y un dólar estable, pero pobreza creciente.
Esta situación nos depara con el Brasil un escenario en el que va a ser barato comprar y viajar a dicho país, pero nos restará competitividad para poder venderles a ellos.
El contrabando de productos brasileños va a incrementarse, las ventas en los comercios de Ciudad del Este van a reducirse y lo más preocupante es que las exportaciones industriales de nuestro régimen de maquila, pueden verse seriamente afectadas.
Esta situación nos depara con la Argentina el escenario inverso, donde va a ser caro comprar productos en dicho país, las compras en Clorinda van a desaparecer y las compras de argentinos en los shoppings de Asunción y de Encarnación van a incrementarse.
Los vaivenes de compra y venta en las fronteras son algo a lo que estamos acostumbrados, aunque cada movimiento deja un tendal de muertos y heridos.
Lo nuevo de esta situación es el impacto que puede tener en nuestro incipiente desarrollo industrial bajo el régimen de maquila que tiene como destino principal el Brasil.
Las industrias maquiladoras se han instalado en el Paraguay para venderle al Brasil, debido a los menores costos que tenemos en energía, mano de obra e impuestos, pero esta fuerte devaluación del real brasileño hace desaparecer esa ventaja competitiva.
El Banco Central del Paraguay tendrá una fuerte presión para acompañar, aunque sea parcialmente, las devaluaciones del Brasil y esa es una decisión extremadamente difícil y compleja de tomar.
Recuerdo que en el pasado un ex presidente del Banco Central me decía: “Mi política cambiaria es seguirle a Brasil”, lo cual es razonable en épocas normales, pero con un Brasil inestable no creo que hoy sea la mejor decisión.
A este complicado escenario regional debemos sumarle las perspectivas negativas que tiene el precio de la soja, que viene cayendo desde el año 2022 cuando estaba en 650 dólares la tonelada.
En este momento el precio se encuentra en torno a los 350 dólares y los riesgos de que siga cayendo son muy altos debido a que los dos grandes exportadores mundiales –Brasil y Argentina– van a tener una muy buena cosecha y… cuando sube la oferta bajan los precios.
Este enmarañado entorno externo exige estrategias de gobiernos inteligentes y una sociedad en armonía. Sin embargo, nuestros dirigentes políticos en vez de promover la concordia y la unión entre los paraguayos siguen, irresponsablemente, promoviendo el enfrentamiento y la polarización entre nosotros.
La peor manera de afrontar las dificultades externas.