Alrededor de 12 empresas paraguayas exponen sus diferentes opciones de productos que tienen como ingrediente el cáñamo industrial o cannabis no sicoactivo, cuyo cultivo empezó a desarrollarse de forma experimental en el 2019.
Infusiones, salsas, proteínas, mantequilla de maní, cervezas y café se pueden encontrar en los diferentes stands de la Feria de Desarrollo Sustentable y Alternativo de este rubro se realiza hasta mañana en el Centro de Convenciones de la Conmebol, donde 120 representantes de 80 países participan de la reunión del Programa de Cooperación América Latina, Caribe y Unión Europea en Políticas sobre Drogas, que por primera vez tiene como sede Paraguay.
El sector público y privado local se jacta del programa de producción de cáñamo industrial que está dirigido a la agricultura familiar campesina y comunidades indígenas. “La mejor forma de combatir las drogas no es repeler con agresividad y con ataques, sino generando una industria legal que pague impuestos, que sea una revolución industrial para generar un montón de valor agregado en diferentes productos”, dijo al respecto Marcelo Demp, presidente de la Cámara de Cáñamo Industrial del Paraguay y CEO de Healthy Grains, una de las firmas que procesa la materia prima y exporta los productos finales.
Entendiendo el contexto paraguayo, en que la producción de marihuana está presente, el empresario explicó las ventajas de migrar hacia un cultivo similar, pero que no tiene efectos sicoactivos, ya que su componente de tetrahidrocannabinol puede llegar a 0,5% de acuerdo a la normativa vigente.
A diferencia del uso recreativo, esta planta tiene fines industriales. Demp detalló que en el manejo ilegal, además de los varios riesgos que implica, el productor debe abandonar su hogar, es decir, desarraigarse para instalarse en el monte y cuidar de las parcelas, cuyos beneficios económicos quedan en manos de los acopiadores o distribuidores.
El paso al cannabis industrial permite permanecer con la familia y colocar su producción a un precio fijado con anticipación mediante un contrato con las empresas que procesan los diferentes componentes de las plantas, un proceso que está siendo imitado por otros países.