26 ene. 2025

Paraguay y otros de ALC vs. crimen organizado (II)

El perfil del crimen organizado es diferente hoy al de los años 90. Se caracteriza por su alta fragmentación, su diversificación en cuanto a mercados, rutas y productos así como su presencia en toda la región:

• La fragmentación los hace más flexibles y agresivos. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), en su Informe Mundial sobre la Cocaína 2023, afirma que existe una “miríada de redes de tráfico”. Los cárteles ya no controlan todos los eslabones de la cadena de la actividad criminal y todos dependen de otros grupos criminales. Muchas organizaciones, como el brasileño Primer Comando de la Capital (PCC), el mexicano Cártel de Sinaloa y el venezolano Tren de Aragua, se han expandido por América Latina, apoyados en una especie de “subcontratación criminal” estableciendo alianzas con grupos y bandas locales.

• Los cárteles se han diversificado, aunque el narcotráfico sigue siendo el eje del negocio. Ha crecido el tráfico de personas y armas, la prostitución, las drogas sintéticas, la falsificación de medicamentos, el sicariato y la minería ilegal. Junto a las grandes organizaciones, hay otras en ascenso o que han consolidado su control territorial. En Venezuela, una mezcla de Estado fallido y narcoestado, destaca el Tren de Aragua, que se ha expandido por todo el hemisferio, desde Chile hasta EEUU. Nacido en las cárceles en los años 2000, cuando comenzó con el tráfico de drogas, armas y robo de vehículos en el estado Aragua. Hoy está presente en Perú, Colombia y Chile, con extorsión a comerciantes y ajustes de cuentas. El Tren de Aragua demuestra, como ya lo hizo el PCC, que las cárceles no solo son una escuela para delincuentes, sino que, ante la ausencia del Estado, se han transformado en centros desde donde los capos dirigen sus negocios. Son zonas fallidas dentro del Estado. En Colombia, la decadencia de los cárteles de Medellín y Cali y posteriormente la desaparición de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), permitió el ascenso del Clan del Golfo y otras bandas emergentes y bandas criminales (BACRIM).

• Estos nuevos escenarios han afectado a países que hasta ahora habían eludido el incremento de la inseguridad y el narcotráfico. Ecuador pasó de ser un país de tránsito a centro de distribución, almacenamiento y procesamiento de drogas. En 2023, batió su récord histórico de homicidios con 7.878 (en 2019 sólo hubo 1.187) lo que llevó al presidente Daniel Noboa a declarar el “conflicto armado interno”. Los cárteles buscan rutas alternativas mientras se alían con pandillas locales como Los Lobos o Los Choneros. Como muestra la Figura 3, otros países como Costa Rica y Chile, sin llegar a las cifras ecuatorianas, han visto deteriorarse su seguridad. En Costa Rica, los homicidios alcanzaron un récord de 17 por 100.000 habitantes, cuando hace tres años eran 11.

LOS MEGACÁRTELES DE BRASIL Y MÉXICO

Los dos mayores países de la región tienen las organizaciones del crimen organizado más fuertes y transnacionalizadas. Brasil sigue siendo el mayor consumidor de América Latina y es cada vez más importante en las rutas internacionales del narcotráfico. El Informe mundial sobre la cocaína de la UNODC, de 2023, señala que desde 2021 Brasil está entre los primeros países de salida de la cocaína, sólo superado por Ecuador. La droga llega desde Colombia, Perú y Bolivia, por tierra o aire. La coca colombiana se dirige fundamentalmente al mercado europeo mientras la peruana y la boliviana abastecen el mercado nacional. Según la Policía Federal brasileña, el 65% de los vuelos clandestinos proceden de Bolivia, seguida de Paraguay (17%), Perú (8%), Colombia (6%) y Venezuela (4%).

Aunque Colombia sigue dominando el envío del narcotráfico desde América del Sur, hay un cambio de las rutas hacia Europa. Colombia perdió su papel dominante, ahora ocupado por América Central y otros países. A través de la hidrovía Paraná-Paraguay se transporta cocaína desde Bolivia y Perú a través de Paraguay, ruta controlada principalmente por el Primeiro Comando da Capital PCC. Los cárteles brasileños introducen la droga en Brasil por avión y luego la transfieren a barcos en el Atlántico. La cocaína sale por los puertos de Santos y Paranaguá así como también por los de Salvador e Ilhéus, en Bahía y el de Joinville, en Santa Catarina.

El crimen organizado en Brasil se ha diversificado y fragmentado. Mientras en 2018 sólo tenía 7 destinos internacionales, desde 2019 hay más de 20, destacándose Bélgica, los Países Bajos y España. El PCC está presente en tres continentes: comenzó blanqueando dinero del narcotráfico y sigue liderando la cadena de abastecimiento junto a la Ndrangheta, organización criminal de origen italiano. Con el PCC y el Comando Vermelho, la segunda organización criminal de Brasil, hay otros grupos como la Familia del Norte, muy activa en la frontera entre Brasil, Colombia y Perú. El informe de la UNODC destaca que el panorama criminal brasileño está cada vez más fragmentado y que pequeños grupos criminales operan en el tráfico de drogas, especializados en logística. Otras divisiones en la Familia del Norte han dado lugar al Cártel del Norte, los Revolucionarios del Amazonas y Los Niños.

México es el otro epicentro. Su red de cárteles sufrió numerosos cambios y transformaciones desde los años 80, especialmente tras la guerra al narco de Felipe Calderón (2006-2012). Hoy, los mayores cárteles son los de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG). La agencia antinarcóticos de EEUU, la DEA, asegura en su informe anual, que el Cártel de Sinaloa y el CJNG son el quinto empleador de México, con entre 160.000 y 185.000 personas dedicadas al tráfico, y extensas redes criminales presentes en más de 40 países y los 50 estados de EEUU, y han encontrado nuevos ingresos en el tráfico del fentanilo, que genera miles de millones de dólares anuales.

Sinaloa y el CJNG han diversificado sus proveedores de químicos. Los consiguen no sólo en China sino también en la India, que tiene una de las mayores industrias farmacéuticas del mundo. También actúan en el Sudeste asiático y Oceanía. Su principal negocio son las metanfetaminas, con ganancias 100 veces mayores que en EEUU. En África, tienen puntos de trasvase de los cargamentos de droga para el mercado europeo.

Como en Brasil, domina la fragmentación: El Cártel de Sinaloa ha pasado de tener su liderazgo centralizado en el Chapo Guzmán a ser, desde 2019, una coalición laxa conformada por grupos como los Chapitos (los cuatro hijos del Chapo: Iván Guzmán Salazar, Alfredo Guzmán Salazar, Joaquín Guzmán López y Ovidio Guzmán López), la facción del Mayo Zambada, el grupo de Aureliano Guano Guzmán Loera, hermano del Chapo, influyente en el Triángulo Dorado (los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua) y el de Rafael Caro Quintero, antiguo aliado de los fundadores del cártel. La cooperación entre las facciones y las luchas internas de poder se suceden, como demuestra la caída de Ovidio Guzmán y en 2024 la del mayo, entregado a la DEA por uno de los chapitos, lo que ha desatado la guerra entre esas facciones en todo el país, en especial en Sinaloa y su capital, Culiacán. La DEA describe la cúpula del CJNG como una amalgama de alianzas selladas por “lazos de sangre” y matrimonios en la extensa familia política de Nemesio Oseguera Cervantes, alias el Mencho, y su esposa Rosalinda González, bajo un modelo de negocio de franquicias, que absorben los costes de operación, y con la toma de decisiones centralizada.

La expansión de los carteles mexicanos y brasileños ha permitido establecer alianzas con las bandas locales de otros países. Las milicias de Río de Janeiro son un ejemplo típico de bandas dedicadas a negocios ilegales, compuestas en gran parte por policías, con control de servicios vitales en ciertos barrios: Electricidad, gas para cocinar, agua potable, transporte de televisión por cable e incluso vivienda. Recientemente, un grupo de milicias conocido como 5M se unió a la banda de narcotraficantes Terceiro Comando Puro para luchar contra su competidor común, el Comando Vermelho. Las milicias controlan la venta de drogas en su territorio y no permiten que otros grupos compitan con ellas. Por su parte, en Ecuador, el Cártel de Sinaloa y el CJNG se enfrentan apoyados en alianzas locales. Sinaloa apoya a Los Choneros (la principal organización de narcotráfico del país) y CJNG a Los Lobos.

3. LA EXPANSIÓN DEL CRIMEN ORGANIZADO

Los cárteles brasileños han colonizado Bolivia y Paraguay y los mexicanos América Central, mostrando capacidad de penetración también en Ecuador. La preponderancia brasileña ha provocado la expansión de su influencia en los países vecinos. El PCC nació en las cárceles en los años 90 y hoy es la banda más grande de América Latina, con 40.000 miembros y 60.000 “contratistas”. Tiene una importante presencia en Santa Cruz (Bolivia), con empresas mixtas de droga y lavado de dinero. El PCC tiene relaciones con otras organizaciones, como el Tren de Aragua. En la triple frontera de Colombia, Brasil y Perú hay un foco criminal, que aprovecha la escasa presencia estatal para impulsar el narcotráfico transfronterizo, y la tala, la pesca y la minería ilegales junto a disidencias de las FARC, como el frente Carolina Ramírez.

Bolivia es un país productor y exportador de coca. Su ubicación estratégica, la vulnerabilidad de su espacio aéreo, los deficientes controles terrestres y la demanda de los mercados de Europa y de forma creciente de Asia, lo convirtieron en un corredor estratégico para el tránsito de droga. Desde Bolivia, y Perú, a través de pistas clandestinas, la droga llega a Brasil y Paraguay, y de ahí a otros mercados. El narcotraficante uruguayo Sebastián Marset, vinculado al PCC, vivió casi un año en Bolivia operando libremente y el brasileño Máximo da Fonseca traficó droga durante 10 años hacia Perú, Paraguay y Brasil.

PARAGUAY. Es otro centro de la atención del poder y la penetración del narcotráfico. Poder para asesinar al fiscal Marcelo Pecci, en mayo de 2022; Pecci investigaba casos de corrupción y lavado de dinero cuando fue asesinado en su luna de miel en Colombia. Y la capacidad de penetración y cooptación del poder político se ha evidenciado cuando el diputado Eulalio Gomes de la Asociación Nacional Republicana (ANR), o Partido Colorado, el partido del ex presidente Horacio Cartes, falleció en un operativo policial cuando era investigado por vínculos con el narcotráfico. Esto muestra el papel estratégico de Paraguay en las estructuras del crimen organizado. Desde mediados de la década de 2010, el PCC ha ejercido su influencia: Domina los mercados de drogas (marihuana y cocaína) y armas. La mayor vigilancia en los puertos de Argentina y Brasil provocó que Paraguay se convirtiera en centro internacional de distribución de cocaína gracias a su proximidad geográfica con dos grandes productores, Perú y Bolivia. En su traslado a los puertos del Atlántico es clave la hidrovía Paraná-Paraguay, uno de los mayores sistemas navegables del mundo. Su extensión de 3.442 kilómetros cruza o tiene ramificaciones en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay.

La necesidad de controlar el movimiento de la droga provoca la expansión de los narcotraficantes. En 2021, Paraguay no aparecía ni siquiera entre los 15 primeros países del mundo, aunque con una puntuación de 6,70 ya mostraba claros indicios de que era un centro de delincuencia organizada. En 2023, Paraguay saltó al cuarto puesto de entre los 193 en los informes de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito UNODC, uniéndose a Colombia y México en lo más alto de la tabla, que lidera Birmania.

4. ALGUNAS PROPUESTAS

El reto del crimen organizado y el aumento de la inseguridad requieren respuestas integrales, a largo plazo, adaptadas a los cambios y transformaciones en múltiples ámbitos y con redes de cooperación así como coordinación nacional e internacional. Trabajos e investigaciones recientes y foros como el de la Cumbre de Seguridad en Guayaquil (agosto de 2024) muestran que la estrategia debe sostenerse sobre cinco pilares, a ser tratados más adelante uno a uno.

DOTAR DE MAYOR PODER FÍSICO Y FINANCIERO AL ESTADO

Este es el primer pilar. Sin instituciones bien financiadas y formadas, este combate está perdido. Invertir en capital físico supone modernizar el Estado en todos sus ámbitos, especialmente en policía y justicia, apostar por la transformación tecnológica, la innovación con inteligencia artificial y análisis con datos para combatir más eficientemente el crimen organizado. La información, tanto cuantitativa como cualitativa, permite mejorar la toma de decisiones e impulsar políticas públicas y mejores diagnósticos sobre sus causas.

Hay que desarrollar la inteligencia financiera, invirtiendo en digitalización y capacitación del personal para crear un entramado tecnológico que conecte y coordine todas las instituciones, fomentando la cooperación interinstitucional e internacional. De forma paralela, hay que invertir en capital humano, dotando al Estado con más personal pero también mejor formado, entrenado y pagado.

Los otros pilares continuarán siendo tratados en próximas entregas.

Escrito por 1) Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, miembro de la Academia Nacional de la Historia de Argentina ha sido seleccionado como uno de los “50 intelectuales iberoamericanos más influyentes” según Esglobal.

2) Rogelio Núñez Castellano, investigador sénior asociado del Real Instituto Elcano. Profesor del Máster Universitario en Estado de Derecho de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid.

(Continuará)

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