Por Irma Oviedo
“Es tu pueblo, Virgen pura...”, suena el coro durante la misa de las 17.00 en la Parroquia de Nuestra Señora de Caacupé, ubicada en la avenida Rivadavia 4879 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Pese a estar a más de 1.500 km de distancia de la Villa Serrana, la emoción de los compatriotas se visualiza en los rostros de cada adulto, joven y niño durante la celebración cristiana.
Las lágrimas corren por las mejillas de los devotos paraguayos que emulan la fiesta mariana lejos de su tierra. Mientras se realiza la celebración de la eucaristía, no paran de llegar feligreses de varios puntos de Argentina. La colectividad paraguaya copa la avenida Rivadavia y demuestra devoción por la santa madre.
Religiosidad a flor de piel. Héctor Figueredo vive en Buenos Aires hace 28 años, pero no viene a Paraguay desde hace 12. Sin embargo, la fiesta mariana en honor a la Virgen de Caacupé le acerca un poco a su tierra guaraní. “Esto es lo que nos une, porque uno deja su país y nos reunimos acá”.
Comiendo chipa y descansando en el patio de la iglesia, Héctor junto a su esposa Lucía Escobar y su hijo Iván Figueredo acuden cada año para pagar sus promesas. “Cada año siempre venimos, a parte te encontrás con los paraguayos”, relató Lucía Escobar.
Pese a que tienen una casa en Luque, la familia no retorna por falta de oportunidades laborales. “No hay trabajo, ese siempre fue el problema en Paraguay”, dijo Héctor Figueredo, técnico en electrónica y tiene un trabajo seguro.
“Me hubiera ido otra vez a mi país, pero nadie me da bolilla, no hay trabajo”, expresó Antonia Figueredo (61), madre de Héctor, que hace 14 años es voluntaria durante la festividad mariana.
Desde Ciudadela, Idalia Vega (23) se trasladó a la parroquia para venerar a la Virgen. Ella es oriunda de Carapeguá, pero hace cinco años migró a Argentina por una oportunidad laboral. Ninguno de los compatriotas falta a la tradicional fiesta, pues para ellos es como estar en Paraguay.