Don Vicente Zoilán Domínguez y doña Catalina Alarcón, una pareja de la tercera edad que reside en una precaria vivienda de madera en Arroyo Morotí, sobre la calle 8 de Diciembre, a unos 15 kilómetros del casco urbano de la ciudad de Caaguazú, dejaron de percibir la pensión del Programa de Adultos Mayores desde el año 2011.
“Necesitamos de ese ingreso. Ya no producimos”, dijo don Vicente, con una lucidez envidiable a pesar de sus años, casi centenario.
Mientras doña Catalina preparaba el almuerzo en una cocina de tata’y (rollitos de madera con fuego, ubicados en el piso), don Vicente exhibía las solicitudes que presentó para ser beneficiados con el programa de la tercera edad.
Los trámites fueron realizados año tras año en la Municipalidad de Caaguazú, pero sin respuesta alguna.
Del matrimonio que lleva décadas nacieron nueve hijos, quienes ya se encuentran esparcidos por diferentes puntos del país y en la Argentina. Ninguno de los hijos cuenta con recursos económicos suficientes para afrontar la realidad de sus progenitores, al menos uno de ellos sigue viviendo en la casa y cuida de sus padres.
Don Vicente y doña Catalina no pierden la esperanza de que sean tenidos en cuenta con ese recurso que ofrece el Estado a los de la tercera edad.
“Creo que merecemos, por lo menos en esta última etapa de nuestras vidas”, dijo finalmente la mujer, en un dulce guaraní.