Saturnina Caniza (73) y Ricardo Jara (83) unieron sus vidas en matrimonio en enero de 1957. Este año, todavía enamorados, celebran sus bodas de diamante. La feliz pareja tiene 6 hijos, 14 nietos y 10 bisnietos.
Ellos se conocieron en una cancha de fútbol, donde Ricardo jugaba. “Él era jugador y yo le acompañaba a mi hermano a la cancha”, recuerda ña Ñeca, fijando una mirada tierna en su compañero de vida.
En su residencia, al consultarles quién dio el primer paso, la señora en un tono pícaro contestó: “Y acá, el señor…”. Y don Ricardo continuó entre risas: “Siempre ella le aplaudía a una persona nomás y yo me daba cuenta, entonces le dedicaba los goles”, señala.
Los diez años de diferencia de edad no fueron un impedimento para que el joven pretendiente fuera a la casa de su enamorada a solicitar su mano. “Él se fue con su mamá, su papá y un señor a hablar con mi papá, para llegar a mi casa”, expresó la señora Saturnina.
Ñeca aún era una estudiante, pero igual decidieron dar el gran paso. “Nos casamos sin oposición de mis padres, pero yo tuve que dejar la escuela”, relata.
Aunque la boda no fue del agrado de todos, la ceremonia religiosa se realizó en la Catedral de San Lorenzo y la fiesta de bodas tuvo lugar en la residencia de la novia con la presencia de familiares y amigos.
Según ña Ñeca, en aquella época las jóvenes parejas que contraían matrimonio debían construir una vida con mucho sacrificio. “Antes no era tan fácil, yo me encargaba de mis hijos sola o con la ayuda de mi suegra. No es como ahora. Teníamos vacas, y debía cocinar a leña, sacar agua del pozo, mientras mi marido salía a trabajar”, rememora.
Seis décadas transcurrieron desde que intercambiaron anillos y siempre están el uno para el otro, con una envidiable energía y muchas ganas de disfrutar al máximo cada día. Tal es así que Ñeca y Ricardo, como dos jovencitos, cada domingo salen a bailar. “Tenemos nuestro grupo de baile al que le llamamos La guardia vieja. Recorremos por todo el país en los festivales. Ya viajamos al exterior a concursar en el Abuelazo internacional”, relata la esposa.
Y don Ricardo agrega: “Para nosotros es como un calmante. Bailamos polca, chamamé, bolero, tango y baladas”.
La receta. En tiempos actuales, donde tantos matrimonios terminan en divorcio y muchos pierden la fe en las uniones matrimoniales, Ñeca y Ricardo son una prueba de que existe el amor para toda la vida.
Unas preguntas que muchas personas se hacen es: ¿Cómo lo hacen?, o ¿cómo permanecen juntos? Ellos coinciden diciendo que lo primordial es el “respeto mutuo”. “La felicidad viene cada vez que uno consigue su objetivo, cuando ve el fruto de su trabajo. Nosotros luchamos bastante, nos esforzamos para darles todo a nuestros hijos. Algunos proyectos salían bien, otros no, pero con paciencia y perseverancia lo logramos”, expresa Ricardo. “Paciencia lo que no hay más en las parejas, eso ya terminó”, lamenta Ñeca.
Porque no todos los días se cumplen 60 años de casados, la pareja celebrará con todo su aniversario. Para ellos, la fecha y el sentimiento así lo ameritan.