05 may. 2025

Pasado

Foto UH Edicion Impresa

Foto UH Edicion Impresa

Nos fascina la historia a los iberoamericanos.

Embed

Nos gratifica parecernos al pasado que nos contaron y nos justifica como país. Los alegatos racionales tienen poco espacio y mucho para la confrontación y la justificación del presente que vivimos.

No nos interesa mucho la búsqueda de la verdad sino lo que podamos encontrar en sus coartadas, la razón que explique nuestros fracasos y angustia.

En España resaltan con un feriado nacional el día de la hispanidad con un Colón enterrado en la magnífica catedral de Sevilla que llevó 100 años construirla mientras en México terminan por derribar la estatua del genovés.

Nada fascina tanto en la Madre Patria como la discusión sobre Franco y su actualísima vigencia en sus conceptos y actitudes ante un país que parecía haber enterrado para siempre ese pasado en la exitosa transición que han tenido de la larga dictadura franquista.

Así como a nosotros que todo lo explicamos en clave de la Guerra Grande, las revoluciones, las asonadas y las largas dictaduras.

Nos cuesta asumir el peso y el costo del presente y menos aún diseñar un futuro que sea mejor que los dos anteriores.

Nos fascina explicar el pasado en clave de mitos y esa es una debilidad que nos atemoriza, paraliza y angustia.

La gran tarea de los líderes políticos, sociales y económicos es construir un futuro en medio de esto que cada vez se más parece a la versión empeorada de la realidad. Sabemos lo que está mal pero nos empeñamos en mantenerla.

Conocemos que los partidos están en crisis pero en vez de resolver el problema posponemos las soluciones afirmando que poco se puede hacer con un pueblo al que nada importa la política y solo quiere medrar con algo en el día de los comicios.

Nos parece que todo tiempo pasado fue mejor con lo que evadimos construir un imaginario entusiasmante que nos saque para adelante.

Nos cuesta entender la estratégica riqueza de la energía y en vez de aprovecharla para apalancar nuestro desarrollo solo pensamos en el rentismo expoliador con lo que nos han tratado nuestros socios brasileños y argentinos que ya saben la horma de los zapatos corruptos que calzan los nuestros.

Nos achicamos ante la historia de Itamaraty y consentimos nuestra debilidad sostenida en un pasado que ya ni los propios burócratas de Brasilia lo creen y que tuvieron que acostumbrarse a la humillación de Marco Aurelio en los tiempos de Lula y la injustificable actitud del capitán retirado Bolsonaro.

Debemos ser más pragmáticos en todo eso.

Saber lo que queremos y acometer la tarea de construir nuestro futuro, acaso la tarea más fascinante pero menos atrapante para nuestra sociedad.

Todos queremos parecernos a un pasado que quizás nunca existió más que en la imaginación de los que lo contaron.

Si preguntáramos a esos mismos y a nosotros cuál es el proyecto de futuro más auspicioso para uno, la respuesta más estimulante sería: Sobrevivir. Y eso no debe ser así.

Por ese camino hemos perdido la fe en la democracia, vulgarizado la libertad y atrapados en un sopor angustiante de que no podemos ser mejores que lo que padecemos en la actualidad.

El pasado es solo una referencia.

La realidad es el presente y el futuro debe ser nuestra obsesión. Debe ser como la tumba del rey Fernando III que la abren en Sevilla cada cierto tiempo para espantar los espíritus y facturar a los turistas.

Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com