El caudal de agua fresca recorre el sinuoso curso, colisiona con las piedras y en el desnivel se forma una cascada; el sonido crea una armonía con la sombra de una tupida vegetación en ambas márgenes. Pero en este codiciado paisaje, Romina González ya no logra relajarse. Ahora siente miedo. Vive en alerta desde que volvió la pesadilla del cambio del agua traslúcida a una rojiza, cargada de sedimentos.
Vigila a sus pequeñas hijas quienes caminan por el borde del arroyo e intentan contener ganas de sumergirse y alejarse por un rato del calor que azota a la compañía San Antonio de Paso Yobái, comunidad donde residen.
El privilegio de tener a disposición un arroyo, a metros de la casa dentro del amplio patio, se interrumpe por la contaminación que se ejecuta aguas arriba. El principal sospechoso de esta alteración es el mercurio. Esta sustancia se utiliza en las minerías de la zona para la extracción de oro en este departamento del Guairá.
Una investigación de Última Hora, en el 2011, confirmó que la presencia de mercurio en el agua es seis veces mayor a lo permitido.
“Tanto que cuidamos nuestro arroyo, pero al final por culpa de otros no podemos disfrutar. Por precaución no dejo que entren mis hijos a bañarse porque hace pocos días ya volvió a aparecer rojo. Esta tierra roja que quedó sobre las piedras no suele estar. Cuando está limpio, está libre y el agua es cristalina”, comenta Romina mientras trata de no perder de vista a sus hijas, quienes están a punto de caer en la tentación del zambullido.
INDIGNACIÓN EN SILENCIO
“Ape ko mafia hina ogueru la oroñeguenohe (Acá trae mafia la extracción de oro). Los fiscalizadores que vienen no encuentran nada gua’u”, describe otro morador con la pintoresca característica guaireña del acento cantado, quien prefiere manifestar su testimonio desde el anonimato.
Pero Romina y todos los moradores consultados coinciden en que no están en contra de la actividad minera; lo que piden es que se trabaje sin perjudicar los recursos naturales que terminan afectando a todos los pobladores. Urgen que controles de las autoridades sean eficientes y reales. “El daño ambiental afecta hasta en el turismo. Hay tantos arroyos históricos como el Gasory, pero la gente debe salir hacia Caaguazú, Villarrica y otras ciudades en busca de otro cauce o río menos contaminado”, contó un vecino.
SIN CONTROL
Los cauces con agua transparente volvieron a alterarse con lluvias, días atrás. Según el testimonio de varios moradores, cuando las piletas de desecho están llenas, el residuo líquido se libera a los cauces. Pero por allí no aparecieron los técnicos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), tanto de la regional y menos de central. Alegan que no recibieron denuncias de los pobladores.
En medio de las imágenes viralizadas de la contaminación y de cara a las reñidas internas coloradas, algunos concejales presentaron la denuncia en la comisaría de la zona, pero hasta ahora no se reportan intervenciones para identificar a los infractores. Mientras tanto, Romina, su familia y compueblanos seguirán privándose de aprovechar un valioso recurso natural como el agua, porque en Paso Yobái, además del oro, también brilla la impunidad.
Alertan sobre efectos en la salud
El mercurio afecta al sistema neurológico; temblor de manos, inestabilidad emocional, enojo sin razón, explica la doctora Laura Flores, especialista en salud ambiental, quien se encargó del estudio “Establecimiento de un Plan de Acción Nacional para el sector de Minería Aurífera Artesanal y de Pequeña Escala (MAPE).
Estos efectos, puntualizó, fueron los más frecuentes en Paso Yobái. Otras secuelas que citó, que genera el mercurio, son el trastorno de la memoria y en el área motora se presentan problemas para caminar, para equilibrarse.
Dentro del proyecto se presentó como recomendación un plan de acciones para hacer frente al problema, sin embargo, a dicha etapa hasta ahora no se avanza.
Esta situación preocupa a los pobladores desde hace mucho tiempo y aún no encuentran respuesta de autoridades.
El 84% de los molinos usan mercurio y el 12% cianuro
Un total de 70 molinos es lo que se reporta en el informe del Proyecto NAP “Establecimiento de un Plan de Acción Nacional para el sector de Minería Aurífera Artesanal y de Pequeña Escala (MAPE)” del Mades, culminado en el 2020. En su mayoría son pequeños y medianos molinos. Grandes hay cuatro.
El 84% de los molinos utilizan mercurio; cianuro el 12% y Gold Max solo el 4%, esta última sustancia, según especialistas, es la que posee baja toxicidad. La mayor cantidad se concentra en San Antonio, donde vive Romina y su familia, con un total de 46 molinos, Colonias Unidas con 13 y Coronel Cubas con 5, 3 en Colonia Nansenn, 2 en Colonia Sudetia, y 1 en Mangrullo.
La explotación de minería extractiva aurífera fue concedida a la empresa Latin American Minerals Paraguay SA (Lampa) en unas 6.700 hectáreas, en el 2003. En 2014 Lampa cede a pequeños productores 110 hectáreas del área en la compañía San Antonio, según datos del proyecto.
De los 99 mineros evaluados en Paso Yobái, el 11% presentó valores que exceden el rango permitido de presencia de mercurio en el cuerpo. Los pobladores esperan acciones al respecto.