Se pudo identificar que la red de lavado de dinero se dividía en partes: El primero, el de personas de confianza, luego empresas y después testaferros.
El primer grupo estaba conformado especialmente por sus familiares y personas que fungían como mano derecha.
Pavão había iniciado en Brasil su organización criminal dedicada al tráfico internacional de drogas y lavado de dinero. Luego fue arrestado y sentenciado y tras cumplir su condena, vino al Paraguay, en 1997.
En Pedro Juan Caballero encontró un “entorno propicio” para sus actividades ilícitas, y usó su estatus y recursos acumulados para montar empresas. Primero se inició en la exportación de bebidas; luego se sumó al sector agroganadero y la agricultura; y todos ellos eran solo fachada para traficar drogas.
También continuó enviando sustancias al Brasil.
Tras investigaciones, se hizo la primera fase de la Operación Pavo Real en el 2020 en dicho país y al obtener más datos, se encontró que una estructura seguía operando en Paraguay, pese a que él cumple condena en el extranjero.
Entre los principales acusados están Daniel Montenegro, Carlos Oleñik, Adrián Brizuela, Gabriela González, Alfredo Duarte y Jorge Mora.