Este camino a la vez es un tributo al trabajo de Encina, más reconocida en el exterior que en el país que le vio nacer, más allá de los círculos artísticos paraguayos, que siempre han valorado a la directora de Hamaca Paraguaya, su celebrada película.
“Nunca tuve este reconocimiento así tan grande acá, es algo que yo agradezco mucho”, dijo Encina a Efe.
En la exposición el visitante puede imbuirse en el mundo de la artista a través de sus filmes y de sus instalaciones audiovisuales, obras que utilizan objetos y materiales cotidianos como soporte donde se proyectan vídeos realizados por Encina.
“Son trabajos muy difíciles de abordar y también son temas muy complejos, porque son temas políticos y en los temas políticos nunca estamos todos de acuerdo”, apuntó.
Río de la memoria es el nombre que Encina dio a la exposición, dos conceptos muy presentes en su obra que para ella representan “el tiempo”.
“El tiempo es parte de mi primera alfabetización”, explicó la artista, que antes de conocer el alfabeto interpretaba el mundo a través del tiempo expresado en las notas musicales.
La “rehecha” instalación Hamaca paraguaya es la primera con la que se topa el visitante, una de las obras con las que se inició Encina, cuya versión original data del 2000, cuando estudiaba en Buenos Aires, y que fue la precursora de su premiado film del mismo nombre, que también se puede ver en la exposición.
También se muestra otra versión de Desaparecidos que Encina creó en 2012 cuando proyectó sobre la superficie del río Paraguay, en Asunción, imágenes de desaparecidos en la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).
En la actual se proyectan sobre tierra pero con la novedad de unas manos que la escarban y los descubren porque en la primera versión, explicó la artista, “todavía no había ni un aparecido, y ahora el vídeo es el mismo, pero ya hay un aparecido”.
“Poner esas manos era como algo esperanzador dentro del horror”, acotó la artista.
Para Encina esas manos simbolizan que “los estamos buscando, los estamos sacando, los estamos reconociendo y son ellos”.
Sobre unos sudarios se muestran las fichas de los represaliados de las Ligas Agrarias Cristianas, fuertemente reprimidas durante la dictadura, una obra por primera vez expuesta en la que Encina quiso recordarlos sobre ese material que “te da siempre la marca de un escenario violento”.
En la versión sonora de “Pyragüe”, el observador se sumerge en el ambiente sonoro de los centros de detención y tortura de la dictadura a través de unos cassettes que grababan los “pies peludos”, los vigilantes “que se movían silenciosamente” por dichos centros.
Esos sonidos, afirmó Encina, son “un diálogo de terror y miseria y además, contado por los propios represores”.
La exposición empuja a la sociedad paraguaya a hacer un ejercicio de recordar su propia historia, algo que para la cineasta es “una necesidad de todos”, en un país en el que por parte del Estado “no hay una intención” de reparar a las víctimas de la dictadura.
En la muestra se proyectan además sus cortometrajes y sus dos filmes largos, “Hamaca Paraguaya” y “Ejercicios de la Memoria”, ambos inmersos en una nueva generación de películas paraguayas que han vivido una proyección internacional “insólita” en el mundo del celuloide del país sudamericano.
En ese sentido, Encina celebró la reciente aprobación en Paraguay de la Ley de Fomento Audiovisual, que permite “dos cosas muy importantes” a sus ojos, para los creadores cinematográficos paraguayos.
En primer lugar la asignación de fondos concretos destinados al fomento de ese arte.
Y en segundo que “podremos empezar a filmar dentro de un marco legal” que, por ejemplo, les va a permitir “ser dueños de nuestras películas”, concluyó la artista.
Encina ya trabaja en un nuevo proyecto documental sobre “la memoria del monte” y una comunidad indígena paraguaya, que espera tener listo para finales de 2019.