09 jul. 2025

Paz Soldán dibuja un mundo apocalíptico y desolador en su novela “Iris”

Madrid, 21 feb (EFE).- El escritor boliviano Edmundo Paz Soldán, residente en Estados Unidos desde hace veinticinco años, da el salto a la ciencia ficción en su nueva novela, “Iris”, una obra apocalíptica y desoladora en la que proyecta hacia el futuro las preocupaciones y terrores del presente.

El escritor boliviano Edmundo Paz Soldán, residente en Estados Unidos desde hace veinticinco años, durante la entrevista con Efe con motivo de la publicación de su nueva novela, "Iris", con la que da el salto a la ciencia ficción, una obra apocalíptica y

El escritor boliviano Edmundo Paz Soldán, residente en Estados Unidos desde hace veinticinco años, durante la entrevista con Efe con motivo de la publicación de su nueva novela, “Iris”, con la que da el salto a la ciencia ficción, una obra apocalíptica y

Situada en un futuro cercano y en un lugar devastado por sucesivos experimentos nucleares, la novela tiene un trasfondo político y en ella se reflexiona sobre lo que el autor llama “el nuevo desorden global”.

“La ciencia ficción que me interesa es un género muy político, el de las grandes distopías del siglo XX creadas por autores como Orwell o Huxley”, afirma en una entrevista con Efe el escritor que acaba de llegar a España tras presentar en Bolivia su nueva novela, publicada por Alfaguara.

“Iris” está ya disponible en las librerías de Bolivia, Estados Unidos y España. En marzo saldrá en Perú y luego lo hará en Argentina, Chile y en México.

El germen de la novela fue un reportaje que leyó el escritor en la revista Rolling Stone sobre soldados psicópatas que mataban sin razón a civiles en Afganistán.

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En principio, no iba a ser una novela de ciencia ficción sino el final de una trilogía cuyas dos primeras entregas habían sido “Los vivos y los muertos” (2009) y “Norte” (2011), y en la que reflexionaba sobre la violencia en Estados Unidos tras el ataque a las Torres Gemelas.

Después de esos atentados “los años de gobierno de Bush fueron bastante desoladores porque el principio de defensa, de autodefensa, era tan fuerte que impedía la posibilidad de una autocrítica a los excesos que se cometían en nombre de la guerra contra el terror”, opina el escritor.

“Y todavía Estados Unidos no se ha liberado de esa sensación. El ataque del 11-S ha dejado secuelas psicológicas muy fuertes y se vive con una sensación de paranoia que provoca excesos como los de la red de espionaje que han montado en el mundo”, añade.

Pero llegó un momento en que Paz Soldán decidió dejar a un lado la realidad y dar el salto a la ciencia ficción para escribir una novela “más imaginativa y libre”. No le fue fácil hacerlo porque tuvo que enfrentarse a “otro problema": conseguir que el lector se creyera el mundo que él estaba creando.

Inventó ese lugar extraño que se llama “Iris”, cuyos habitantes sufren las consecuencias de los ataques nucleares, y tuvo que “inventar también cómo eran los irisinos, en qué pensaban, quiénes eran sus dioses, cuál era su concepto de familia, de trascendencia”.

Parte de los tres años y medio que ha tardado en escribir la novela los pasó en tratar de “responder a todas esas preguntas de la manera más coherente posible”. “Para que el delirio imaginativo funcione tiene que estar anclado en la realidad”, asegura Paz Soldán (Cochabamba, 1967), que ejerce como profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell desde 1997.

Ciencia ficción y fantasía se funden en esta novela “post-11 de Septiembre”, que recrea un mundo en guerra, lleno de psicópatas, y en la que se habla de aventuras imperiales, de colonizadores interesados en los ricos yacimientos mineros que había en Iris, de unos aborígenes humillados y de una resistencia que lucha por la independencia del lugar.

Y un mundo en el que las drogas de todo tipo ayudan a soportar las dificultades.

Lo que más le costó al autor desarrollar en esta novela que requiere, y mucho, la complicidad del lector para seguir la trama fue “la cosmogonía de los irisinos”.

Paz Soldán no se considera un hombre demasiado religioso y no le fue fácil esbozar la religión de los irisinos y las peculiaridades de sus dioses vengadores, Xlött y Malacosa.

Xlött encarna el bien y el mal al mismo tiempo. En ese lugar tan extraño que es Iris “debía haber un dios con un lado más demoníaco. No podía haber solo un dios con un lado benévolo porque la vida de los irisinos no tenía nada de benévola”, explica Paz Soldán.

Para crear esa figura se basó en las tradiciones mineras de Bolivia, en las que el Dios de los cristianos se mezcla con demonios de las creencias precristianas. “Y no hay contradicciones en ello”, asegura.

La guerra forma parte esencial de “Iris”, y es que la historia de la humanidad “puede leerse también como una historia de las guerras y de la violencia”, presentes en la literatura desde los tiempos de Homero.

“Desde el momento en que se sabe que el estallido nuclear es posible, es otra nuestra relación con la violencia porque sabemos que podemos desaparecer como especie. Pero de alguna manera nos las ingeniamos para vivir dentro de esa fragilidad, y esa era otra de las cuestiones que quería reflejar en la novela”, comenta.

Paz Soldán es consciente de que, con “Iris”, no se lo ha puesto fácil al lector. Quería que su novela “no fuera didáctica, y quizá eso requiere mucha fe del lector”, que tendrá que acostumbrarse al peculiar lenguaje del libro, lleno de neologismos, de palabras inglesas adaptadas al español, de términos de origen chino y de contracciones del tipo de “dun”, “q’uesas”, “neste”, “nun”... El contexto ayudará a entender lo que se cuenta.

Galardonado con el Premio Juan Rulfo y con el Nacional de Novela de Bolivia, Paz Soldán piensa “seguir transitando por Iris” en futuros libros.

Está terminando uno de relatos ambientado en Iris, y ha comenzado a escribir una novela que podría ser “una especie de precuela” de su nueva obra.

Por Ana Mendoza

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