Los vicios empezaron a ganar espacio en las calles y transitar por ciertas zonas frecuentadas por los peajeros se volvía peligroso. Un mil´i ya era suficiente para que el conocido con el que jugabas fútbol en la canchita barrio –quien en esa ocasión no te reconocía por los efectos de la droga– te deje seguir tu camino y no decida despojarte de otras pertenencias como la billetera o el celular.
Los peajeros en las calles siguen, algunos se hicieron motochorros, mientras que otros se dedican a los robos bagatelarios. Las calles siguen siendo peligrosas, pero no son único escenario de saqueos. En Paraguay, tenemos muchas oficinas ocupadas por gente con corbata desde donde se aplica el modo peajero.
El Ministerio de Obras Públicas es un claro ejemplo de cómo se puede tocar el bolsillo de la gente sin vergüenza alguna. En este caso, sus funcionarios no salen a las calles a hacer de peajeros, pero sí, se utilizan a los peajes ubicados en las rutas nacionales para saquear a la ciudadanía.
Desde el Gobierno dirán que para las obras se necesitan recursos y para contar con esos recursos se debe ajustar el precio de los peajes. Esto suena lógico, pero el estado de las rutas nos hace pensar en que más justo sería que nos paguen por circular por ellas. ¿O no?
Las obras públicas son progreso y eso no está en discusión. Cada metro de asfalto, cada puente, caño de alcantarillado sanitario, cada metro de cable, se traduce en una mejor calidad de vida de algún ciudadano. Es responsabilidad del Gobierno impulsar obras que mejoren la calidad de vida, pero son los métodos utilizados por las instituciones para reponer esos recursos mal utilizados en planilleros o asesores, los que son muy cuestionables.
Casi todos hablan bien del ejemplo de Ruta del Este y Tape Porã, que son dos concesiones que permiten mejorar la experiencia y seguridad al viajar desde la Capital hacia Ciudad del Este. Casi G. 250.000 en peajes, pero transitando con una fluidez que te permite reducir costos de consumo de combustibles y minimiza los daños a tu vehículo, aunque sus rotondas son bastante peligrosas. A eso se le llama contraprestación. Yo pago por un servicio que me rinde beneficios.
Me pregunto, ¿qué beneficio trae para los conductores o para los pobladores una suba de peajes? Y sé que todos se estarán respondiendo en sus mentes: Ninguno. Suelo escuchar comentarios sobre empresas públicas como la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) y la Empresa de Servicios Sanitarios (Essap), que hacen referencia a que, como una estrategia comercial, cuando existen errores en la facturación, acostumbran a exigir a los usuarios abonar la deuda (irregular) antes de realizar sus reclamos, para luego analizar si corresponde o no una devolución.
En el caso del MOPC, la suba de peajes se da sin que exista contraprestación de servicios. Es absurdo que suban las tarifas sin que existan mejoras significativas que las justifiquen. La ruta PY01 es una vergüenza y cualquier ajuste constituye una bofetada para los usuarios y los ciudadanos que sustentan parte de sus ingresos prestando servicios para quienes transitan por las rutas.
Sugerir cobrar más caro por la chipa, plantear la idea de que eliminar el sueldo mínimo como algo positivo y considerar que la supresión de derechos laborales atraerá más inversiones son solo una radiografía sobre cómo ve el Gobierno a sus ciudadanos. Ellos son los peajeros que algún beneficio buscan sacar de la gente, para satisfacer sus ambiciones. Espero que nosotros, los ciudadanos, dejemos también la adicción al silencio cómplice.