Por Carlos Elbo Morales
Desde semanas antes de la llegada de la Navidad, Pedro Caló Claveroli vuelve a sentir el entusiasmo que genera esta fecha, no solo por el ambiente en sí sino por una tradición que tomó de su padre: Armar el pesebre, el cual se ha convertido en un atractivo a ser visitado en estas fechas en las calles Montevideo entre Humaitá y Haedo.
Durante varias décadas su progenitor había montado la representación del nacimiento de Jesús, que también resultaba todo un atractivo en el microcentro por su tamaño. “Luego sus fuerzas fueron declinando y lo hacía más chico. Cuando él se fue en el 94, yo tomé la posta. Desde el 2010 lo empecé a montar para el público”, recuerda Caló, de profesión ingeniero agrónomo.
“Soy cristiano católico y tengo esta tradición familiar. Para nosotros era muy significativo. Las personas que conocieron el pesebre de mi padre vienen hoy a visitar este que preparo. Es por ellos que lo hago cada año”, explica.
Detalles. El pesebre no solamente representa el nacimiento de Jesús. También recrea pasajes de la Biblia en sus figuras únicas hechas por una artesana de Itauguá y que van cambiando cada año. Está ambientado con luces de colores, canto gregoriano, reproducción del sonido de las aves, el canto del gallo y está atravesado por un canal con agua que simboliza un manantial.
Caló detalla que empieza a trabajar en las piezas desde octubre. Revela que el año pasado preparó 182 casitas para recrear la ciudad de Jerusalén. En esta oportunidad se encargó de hacer una réplica de la ciudad de Magdala, citada en la Biblia y el Talmud.
Hablando más de los motivos que le impulsan a levantar cada año el pesebre, menciona que lo hace para ofrecer algo más que los arbolitos y otros elementos foráneos de la Navidad.
“Insisto mucho en que vengan los niños porque el recuerdo queda. Años más adelante van a decir que había un pesebre lindo en tal parte. La gente que hoy tiene 60 o 70 años que conocieron el pesebre de mi padre y ahora vienen con sus nietos y bisnietos”, expresa.
Revalorización. Caló cuenta que un grupo de jóvenes universitarios apunta a revitalizar los atractivos de la zona, entre ellos los pasajes y su pesebre. “Yo conservo la tradición. Para mí la Navidad es una fecha familiar, por sobre todas las cosas”, dice el señor Caló y sus ojos se iluminan al recordar cómo sus hermanos, sus primos, vecinos y conocidos y toda la gente iban a ver el pesebre armado por su padre. “La casa era una romería hasta el 6 de enero”, dice sonriendo.