El Poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Hacienda, presentó la semana pasada al Parlamento el proyecto de Presupuesto General de la Nación (PGN) para el 2022.
En un año donde se vaticina un crecimiento del 3,8% del producto interno bruto (PIB) y se espera una recuperación económica más robusta, el plan de gastos del Estado contempla un monto total de USD 13.772 millones (G. 96,3 billones), un déficit fiscal del 3% y la toma de endeudamiento por más de USD 1.600 millones para calzar los diferentes programas sociales, sanitarios y económicos.
Los ingresos tributarios crecerán en torno al 8,2% y llegarían a los USD 3.931 millones (G. 27,48 billones) el año próximo, de acuerdo con las proyecciones incluidas en el proyecto. De ese total, el 63% se recaudará por medio de los gravámenes indirectos, como el impuesto al valor agregado (IVA) y el impuesto selectivo al consumo (ISC), principalmente. Esto da a entender que el consumo seguirá creciendo hacia los niveles prepandémicos, en beneficio principalmente del sector comercial.
Tras su presentación oficial, el PGN 2022 es remitido ahora a la Comisión Bicameral de Presupuesto, integrada por diputados y senadores de todas las bancadas. Esta instancia del Parlamento tiene dos meses para recibir en audiencia a todas las instituciones públicas, que deben defender sus respectivos presupuestos. Posteriormente a las defensas, la Comisión debe elaborar un dictamen con recomendaciones, que es enviado a Diputados para el inicio del circuito legislativo y su sanción antes de fin de año.
Como es bien sabido, venimos de unos 2019 y 2020 difíciles para las finanzas públicas, por efectos del clima y la pandemia, respectivamente. Esto hizo que la toma de deuda se disparara en más de USD 4.000 millones, lo que impactó además en déficits fiscales que llegaron al 2,9% en 2019 y al 6,1% en 2020.
Este 2021 se esperaba que sea un año de sólida recuperación, pero se vino fuertemente la segunda ola de la pandemia y el espacio fiscal seguirá hasta fin de año bastante apretado. Las proyecciones de cierre fiscal hablan de que el déficit llegaría a niveles del 4% del PIB y los gastos registrarán un nuevo crecimiento por el sostenimiento del sistema sanitario y la implementación de la Ley de Consolidación. Además, los ingresos provenientes de las binacionales caerán por la menor producción, la presión tributaria alcanzaría los resultados del 2019 y la inversión se desacelerará para contener el saldo rojo del Fisco.
Teniendo en cuenta todo este contexto, el PGN 2022 se elaboró casi en los mismos niveles del gasto que el PGN en vigencia (ya con las ampliaciones). En cuanto al monto global, el PGN 2022 presenta un aumento del 1,3%, incluyendo un incremento en el gasto salarial de poco más del 5%. Sin embargo, no se incluyeron ajustes generalizados como venían pidiendo los sindicatos de la función pública, así como tampoco la masiva creación de cargos.
Es muy importante que el Congreso pueda entender ese contexto y piense en la gente, no en las elecciones que se vienen. Aumentar el gasto salarial o la rigidez presupuestaria solo para quedar bien con un sector, sería una decisión poco feliz, porque eso implica que se deberán recortar otros programas fundamentales para financiar estas decisiones. O en el peor de los casos, implicará recortar gastos sociales o inversión en infraestructura, en un país de tremenda pobreza y de una brecha bastante amplia en caminos, rutas, servicios básicos y salud pública.
Se repite hasta el cansancio que la pandemia agudizó las históricas falencias del Estado. Una de ellas es la gestión del Legislativo. Sus cuestionados personajes a lo largo de los años, a lo que se suman las nefastas decisiones que han tomado pensando solo en el hambre de poder, han sido grandes responsables del Estado deficiente y prebendario que deben soportar los contribuyentes.
Un PGN con tinte electoralista y que se desentienda de las necesidades de la mayoría, generará solamente mayor desigualdad.