17 sept. 2024

Perder la vista a los 11 años no la limitó a ser atleta y representará al país en Francia

Melissa Nair Tillner Galeano es una joven deportista de 24 años. Es la única atleta clasificada a los Juegos Paralímpicos París 2024 y relata cómo consiguió superar los obstáculos hasta llegar a competencias internacionales.

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GENTILEZA


Me llamo Melissa Nair Tillner Galeano tengo 24 años y soy oriunda de la ciudad de Mariano Roque Alonso. Soy atleta velocista con discapacidad visual desde los once años y voy a competir en los Juegos Paralímpicos en Francia 2024. Además, fui la primera atleta paralímpica del Paraguay en Tokyo 2020 y quinta en 400 metros juegos para Panamericano Santiago 2023.

Soy licenciada en Relaciones Públicas y ahora me encuentro realizando mi especialización en Didáctica Universitaria. Como me gusta mucho comunicar busqué una carrera profesional y empecé a investigar y me encontré con la carrera de Relaciones Públicas. Yo siempre me interesé por el lado de la inclusión social para ver qué podía aportar a la sociedad.

La etapa más dura de mi vida fue cuando perdí la vista a los once años a causa de una neuritis óptica porque yo no nací con discapacidad visual. Este problema empezó cuando tenía solo 11 años, estaba en la escuela y la verdad que fue de la nada. Yo siempre me sentaba atrás, siempre leía bien la pizarra, todo lo demás. Cuando empecé el quinto grado empecé con los problemas porque ya no veía la pizarra, me acercaba en la primera fila y seguía sin ver. Con mi familia pensamos que era algo oftalmológico y fuimos a los oftalmólogos para que me dieran un pronóstico. Luego los doctores dictaminaron que yo no tenía nada en los ojos, es decir, yo no tengo nada de problemas en la retina, ni en la mácula, tampoco en la parte orgánica del ojo en sí, sino en el nervio óptico. Entonces el tratamiento fue con neurólogos y demás y fue una tristeza muy grande para mi familia porque no había antecedentes familiares con discapacidad visual, soy yo la única con este padecimiento.

Luego de eso estuve tres años en casa sin salir, sin saber que existía un mundo afuera de mi casa, fue muy duro para mí. Empecé rehabilitación y luego me acordé que existía el sistema braille para personas con discapacidad visual. Me rehabilité y con ello tuve mi reinserción a la sociedad, continué el colegio y terminé como mejor egresada en el 2018 en mi promoción.

No fue un camino para nada fácil, recuerdo que yo veía llorar a mi mamá y le decía ¿Por qué lloras por mí si yo soy normal? Hasta hoy en día ella siempre se acuerda de eso y siempre le dio fuerza.

A mi corta edad estaba afrontando mi situación de una forma madura y no me rendí. Yo ahora con veinticuatro años miro a aquella niña de once años que perdió la vista y pienso que no fue nada fácil, no fue un proceso sencillo, pero pude salir adelante.

Mi familia incondicionalmente siempre me ha apoyado en todo, ya sea en el deporte y en cada etapa de mi vida y ellos son mi pilar fundamental. Lo que me sucedió no a cualquiera vive y son experiencias y oportunidades que no todos tienen. Así que puedo decir que siempre hay que disfrutar y aprender de las distintas experiencias vividas.

Inicio en el atletismo

Mi inicio en el atletismo empezó en el 2016 con el goalball, que es un deporte específico para personas con discapacidad visual. Posteriormente, un día Víctor Duarte Adorno, quien actualmente es mi atleta guía, me invitó para participar en las carreras de calle en el año 2018 y con el tiempo me di cuenta de lo que quería hacer y que nací con ese talento. En el año 2019 decidimos con Víctor cambiar a la modalidad de velocidad. 100, 200 y 400 metros y desde ahí no paramos.

Empecé con el alto rendimiento, primero fue una cuestión más competitiva y cuando nos dimos cuenta de que era lo nuestro no paramos y gracias a esa perseverancia y sacrificio fui la primera atleta para Panamericana en Lima 2019.

Sí me imaginaba llegar a grandes competencias, pero nunca creí que me iba a dedicar al atletismo y por sobre todo, jamás creí que iba a llegar a los Juegos Paralímpicos en Tokio con 21 años, con un camino relativamente cort, porque los ciclos paralímpicos son de cuatro años. Yo inicié en la mitad del ciclo, en el 2019 y en el 2020 ya tenía que haber sido los Juegos si no se hubieran atrasado por la pandemia un año. Fueron tantas emociones juntas, realmente fue una locura.

Meta soñada

Ahora mismo mi mayor objetivo es representar de la mejor manera a Paraguay en París debido a que soy la única atleta clasificada. Y bueno, estoy buscando mi mejor marca. ¿Y por qué no llegar a un diploma paralímpico o a una medalla? Ese es mi mayor sueño y mi objetivo.

Durante toda mi carrera en el atletismo, Víctor Duarte siempre fue mi guía dentro y fuera de la pista. Nosotros somos amigos, tanto como agarrar el bus, comprar cosas o darme consejos, él siempre estuvo ahí para ayudarme y puedo decir que el deporte me brindó valiosas amistades. Además, mi entrenador Édgar Galeano, siempre estuvo en mi vida instándome deportivamente y también como una figura paterna. Él siempre me dice: Meli, levantate, y las cosas van a salir porque van a salir. ¡Estamos trabajando para eso y no hay que rendirse! Realmente puedo destacar que ambos son personas importantes y fundamentales en mi carrera deportiva.

Sin limitacione

Les digo a las personas que también cuentan con alguna capacidad diferente que no existen las limitaciones, la clave está en animarse y perderle el miedo a lo nuevo, a lo desconocido, porque en todo existe un riesgo. Hay un montón de deportes y cosas que las personas con discapacidad visual pueden realizar, pero la cuestión está en perderle el miedo, primeramente a la discapacidad que te preocupa y dos, perder miedo del qué dirán las personas que están alrededor.

Al superar los miedos se rompen las barreras. Siempre me mantengo enfocada y preparándome sobre todo para llegar a lo más alto. Seguiré dando todo para representar de la mejor manera a Paraguay. Ahora mismo no me imagino una vida sin ser deportista o sin ser atlet

¿Logro más con una actitud negativa o con una actitud positiva? Por supuesto que con una actitud positiva. Todavía la sociedad no está 100% consciente de la inclusión, de la accesibilidad, de los ajustes razonables, pero también desde nuestros lugares podemos aportar y demostrar lo que podemos lograr.

Miro a aquella niña de once años que perdió la vista y pienso que no fue nada fácil el camino, no fue un proceso sencillo ni nada en mi vida, pero pude salir adelante y llegar lejos.
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