Por Susana Oviedo
soviedo@uhora.com.py
El embajador Antonio Félix López Acosta vivió gran parte de todos los procesos de integración del país, desde que comenzó como secretario de actas de la Comisión Nacional de Zona de Libre Comercio, cuando se configuró en los años 60 la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc), reemplazada luego por la Aladi, en 1980. El diplomático integró el Consejo Nacional de Comercio Exterior de la Cancillería Nacional y participó activamente de las negociaciones del Tratado de Asunción, de cuya firma, en la capital paraguaya, el 26 de marzo de 1991, hoy se cumplen 25 años. Este acuerdo dio cuerpo y nacimiento al Mercado Común del Sur (Mercosur). Para el embajador López, que se retiró de la Cancillería Nacional en el 2000, tras representar al Paraguay ante la Aladi durante 10 años y desempeñarse como embajador en España y concurrente ante Marruecos, el Mercosur constituye el proyecto de integración regional más relevante que involucra a Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay, pese a que en un cuarto de siglo afronta una crisis de credibilidad y a que no ha logrado constituir aún un Mercado Común.
–¿Cómo se logró que el Tratado de creación del Mercosur se firmara en Asunción?
–Fue producto de una estrategia de negociación. Los 4 países fundadores del bloque querían que la firma se hiciera en su territorio. Uruguay planteó que ellos tuvieron a la Alalc primero, y tenían a la Aladi en Montevideo, que allí estaban representantes permanentes de los países, y que no se requeriría realizar gastos. Brasil ofreció para el acto un edificio nuevo en São Paulo, y Argentina hizo lo propio.
–¿Y Paraguay?
–Paraguay no decía nada parecido. Pero planteamos lo siguiente: “Ustedes tienen todo eso y más. Pero Asunción está a dos horas y media de sus capitales. Entonces, todos pueden estar aquí en el momento que sea necesario para cualquier reunión extraordinaria”. En cambio, Buenos Aires o Montevideo están a más a horas de Brasilia. Asunción también. Paraguay pensaba entonces en el Banco Central como el edificio donde podría firmarse el tratado.
La firma de un tratado en una capital significa que allí iba a estar la sede. La Alalc y luego la Aladi se instalaron en Uruguay, tras las firmas de los Tratados de Montevideo del 60 y luego del 80, respectivamente.
–Entonces, ¿por qué no se instaló aquí la Secretaría General del Mercosur?
–Bueno, lo que recuerdo es que el embajador brasileño, jefe de la delegación negociadora, fue muy hábil al respecto. No pidió la sede, sino la secretaría ejecutiva, que funciona en la sede. Nosotros solicitamos la secretaría administrativa del Mercosur. Todo estaba diseñado para que esté en Asunción. Pero no sé qué ocurrió luego, que finalmente Uruguay consiguió lo que buscaba y nosotros conseguimos que el Tribunal Permanente de Revisión del Mercosur tuviera la sede en Asunción.
–¿Por qué en 25 años no se cumplió aún el primer artículo del Tratado de Asunción que plantea constituir un mercado común?
–Eso es fácil de explicar. El Tratado de Asunción crea un proceso para llegar al mercado común, no el mercado común propiamente. Se pensó que íbamos a negociar todo en 5 años. Aunque los negociadores sabíamos que no iba a ser así, sino que a lo que se llegaría en una primera fase es a una zona de libre comercio. Una unión aduanera con los aranceles uniformes. Pero ¿qué pasa?, ni la zona de libre comercio tenemos consagrada. Tenemos restricciones, y ni en el lenguaje económico y jurídico existe la categoría de Unión Aduanera Imperfecta, porque establece excepciones al tráfico de bienes y servicios (no todos los países miembros aplican los mismos aranceles, hay excepciones puntuales que establecen diferencias con países de extrazona).
–¿Qué significa ese estatus, entonces?
–Y que no es una unión aduanera.
–¿Paraguay se incorporó a un tren que ya estaba en marcha, cuando Argentina y Brasil lo convidaron para el Mercosur?
–Bueno, lo que se dijo entonces era que teníamos que incorporarnos al tren, porque si quedábamos fuera, perderíamos más. La consigna fue: Hay que estar adentro para poder negarnos a algo que pueda perjudicarnos. Si no, cuando obtengamos el acceso, nos van a exigir cuestiones a cambio del ingreso. Perder esa oportunidad, como país mediterráneo, era perder todo. Íbamos a quedar aislados económicamente.
–¿Qué opina del Mercosur que conocemos hoy?
–Como un proceso que se encuentra confrontando una fuerte crisis de credibilidad, que los avances no han reflejado las expectativas de la idea originaria, particularmente, por las medidas restrictivas adoptadas como respuesta a situaciones provocadas por el comercio internacional. Las trabas no arancelarias subsisten, el libre tránsito de bienes y servicios sufre por el proteccionismo imperante. Las sucesivas devaluaciones de los Estados miembros de mayor grado de desarrollo han afectado y afectan tremendamente la economía de todos y al de los de menor dimensión económica en particular.
La coordinación macroeconómica no existe, y no se está cerca de alcanzar un mercado común. Los objetivos más importantes del Tratado de Asunción no se han cumplido.
–¿Ya fue derogada la Declaración de Foz de Yguazú (1985), suscrita por Argentina y Brasil para un proceso de integración, depositado en la Aladi, antes de pensarse en el Mercosur?
–Está vigente. Para derogar ese documento tienen que estar de acuerdo ambos países. Nosotros no podemos obligarles, siempre se les dijo, pero son países soberanos. Ellos nos obligaron, sin embargo, al Paraguay, en el 2012, a estar afuera del Mercosur, pero ese es un tema para otra entrevista. En virtud de ese instrumento pueden tomar decisiones, pero después deben incorporar al Mercosur, y es ahí donde nosotros podemos darle una demora en su tratamiento o sacar alguna ventaja también de lo que ellos acuerdan. Ellos pueden convenir algo, por ejemplo, con la Unión Europea o ante el grupo Andino, pero las ventajas que reciban las tienen que trasladar al bloque.
–¿Entre los países fundadores del Mercosur, es Brasil el único que no conoce la supranacionalidad?
–Así es, es el único. Los otros tres países incorporamos este principio. Si Brasil pierde en un tribunal internacional como el de La Haya, su Constitución dice que ellos son un país soberano, no reconocen la jurisdicción. Su Carta Magna no les permite aceptar resoluciones de diferendos que sean desfavorables a su país. Cuando Brasil incorpore la supranacionalidad podremos tener en el Mercosur un Tribunal de Justicia. El que existe actualmente es de revisión.