“Los padres fundadores han dado a la prensa libre la protección que debe tener para desempeñar su función esencial en la democracia, la prensa debe servir a los gobernados, no a los gobernantes“. Esta fue la opinión del juez de la Suprema Corte de los Estados Unidos, Hugo Black, en el famoso caso que enfrentó al presidente Richard Nixon con los periódicos The New York Times y The Washington Post, y que fue más conocido por la película The Post, que defendió el ejercicio del periodismo libre.
En el Paraguay, el 26 de abril se conmemora el Día del Periodista por la aparición de El Paraguayo Independiente en 1845, de la mano de su presidente Carlos Antonio López. Era un periódico que tenía como misión principal la defensa de la independencia de nuestro país, no reconocida por la Argentina y varios otros países.
Es decir, nuestra prensa no nació libre, sino sirvió para los intereses superiores del país, y era editada por el Supremo Gobierno. Hubo dos publicaciones que, si bien no eran del Estado, se editaban en su imprenta y tampoco criticaban al Gobierno.
Recién en 1869, con la aparición de La Regeneración, impresa por los hermanos Juan José y José Segundo Decoud, no dependía del Gobierno, pero tenía un marcado tinte político, como todos los demás que se dieron posteriormente y hasta las primeras décadas del siglo XX. Incluso, promocionaban candidaturas para la presidencia.
Nuestra prensa en ese tiempo no era profesional, pero contaba con verdaderos intelectuales que escribían en sus páginas. Varios de ellos llegaron a la primera magistratura nacional, por el gran nivel que tenían.
Con el tiempo, al aparecer los otros medios de comunicación tales como la radio primero; luego, en 1965, la televisión, y después internet, con los diarios digitales, la prensa fue evolucionando en el Paraguay, con sus pros y sus contras, ya que varios fueron serviles a los gobiernos de turno.
Y, en ese camino, durante los gobiernos dictatoriales es donde se vio la lucha de los dueños de medios y periodistas para ejercer la noble misión del periodismo, donde se vio reflejada la máxima del juez Black, servir a los gobernados y no a los gobernantes.
Así llegamos a 1989, con la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner, donde la prensa primero quedó sorprendida por la libertad que tuvo de repente, pero luego se adaptó a la vida democrática, a la denuncia de los hechos de corrupción, de ser contralores de los gobernantes, a tener esa ansiada libertad de expresión. La nueva Carta Magna de 1992 la afianzó y le dio carácter constitucional específico, con artículos que dignificaban su labor.
Pasados más de 33 años, nuestra prensa ahora lucha por tener credibilidad, por salvarse de la extinción, especialmente los periódicos, en su lucha diaria por subsistir con la competencia de los medios digitales, y las redes sociales.
Además, un punto clave e importante es la aparición de holding de propiedad de empresarios que usan a la prensa para sus propósitos comerciales o políticos, apartándose de los postulados primordiales del periodismo.
Esta era digital hace que todos puedan comunicar lo que quieran, mintiendo, difamando, opinando en forma parcial o sin ningún conocimiento sobre cualquier cosa. La pandemia hizo que la gente se volcara de nuevo a los medios a tratar de tener información fiable, lo que robusteció de nuevo al periodismo.
La prensa libre, como dijo el juez Black, es esencial para la vida democrática. Es la contralora ciudadana, que está alerta ante los abusos de las autoridades, más aún en esta época electoral, donde los políticos tienden a decir cualquier cosa para obtener votos.
Ese es el actual desafío de nuestro periodismo, comunicar con objetividad, veracidad y calidad. La preparación y la ética de los periodistas son esenciales para cumplir con esta noble misión.