Según recientes investigaciones de la universidad Indiana de Estados Unidos, el pensamiento surge en el cerebro humano hace 1,8 millones de años, cuando se desarrolla la zona cortical del cerebro y empieza a producirse el lenguaje verbal. Es decir, el salto cualitativo de los prehomínidos a los humanos está vinculando biológicamente el desarrollo del cerebro, capaz de producir pensamiento y lenguaje verbal. Sin pensamiento verbal no hay ser humano, no hay persona y, menos aun personalidad.
Los educadores profesionales (mal llamados docentes) están comprometidos y obligados, por mandato de la Constitución y de la Ley General de Educación, a trabajar para el desarrollo personal y “la educación y el pleno desarrollo de la personalidad en todas sus dimensiones”. Esta ineludible responsabilidad está más apremiada en la grave situación actual de nuestra educación nacional, que está ubicada en el último lugar en el ránking de países de América Latina, según datos del mismo MEC en su Plan de Transformación Educativa 2040.
La educación para el pleno desarrollo de la personalidad es el primer fin de la educación e ignorarlo en los currículos, planes y programas, es delito, porque es violar la Constitución Nacional y la ley, es robar un derecho fundamental a los niños, adolescentes y jóvenes, es dejar a la sociedad en el subdesarrollo humano y ante este dramático panorama, solamente tiene sentido una reacción: Asumir la bella y trascendental responsabilidad de educadores que ayudan a sus educandos para el pleno desarrollo de su personalidad.
Con lo dicho, está claro que la estrategia básica para desarrollar la persona y la personalidad es aprender a pensar y a dominar el lenguaje verbal, porque el pensamiento verbal es la gran herramienta de la inteligencia.

Actualmente, con la expansiva influencia de la posmodernidad, que valora el sentimiento y el placer y margina a la razón y la verdad; con la promoción de la perversa ideología de género que destruye la identidad biológica personal y a la familia; y el pensamiento débil de Gionni Vattimo, que declara el fin de la historia y con él pretende acabar con el valor de la verdad y la unidad para promover el relativismo y el nihilismo, es necesario y urgente equipar a niños, adolescentes y jóvenes con personalidad propia, firme y madura, de manera que cada uno y una tengan capacidad de construir criterios sólidos, mediante el dominio de diversos modos de pensar garantizados por su calidad y pertinencia.
Es obvio que para lograr el pleno desarrollo de la personalidad, los educadores familiares y profesionales deben ayudar a los educandos para que aprendan a pensar con pensamiento verbal (no solo con imágenes) y en diversos modos de pensar, como el pensamiento complejo, sistémico, lateral, científico, filosófico, creativo, crítico, además de los más comunes, como el pensamiento lógico, deductivo e inductivo, analítico, analógico, etc.
Apasionante desafío para padres y educadores, profesionales, principales constructores del futuro y la nación.