Con un 98,48% de las mesas escrutadas, la doctora en Ciencia Política quedó tercera, al sumar un 23,83% de los votos, por detrás del candidato oficialista, Sergio Massa (36,68%), quien sorprendió imponiéndose al aspirante libertario, Javier Milei (29,99%).
Pese a desplegar una intensa campaña por todo el país, Bullrich no logró superar la idea generalizada en un amplio sector del electorado de que era la “segunda marca” de Milei y, sobre todo, no pudo retener los votos de su contrincante en las primarias, el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y perdió un importante caudal.
En los últimos dos meses, Bullrich intensificó su mensaje de terminar “de una vez y para siempre” con el kirchnerismo –el movimiento peronista forjado por el hoy fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y su viuda, actual vicepresidenta y ex mandataria, Cristina Fernández (2007-2015)–, al que acusa de haberse “robado el país”. Pero no logró frenar al oficialista Massa.
Tampoco pudo evitar que accediera a la segunda vuelta Javier Milei, cuyas ideas “impracticables” zahirió y ante el que presumió de que Juntos por el Cambio podía garantizar la gobernabilidad, puesto que disponía de gobernadores, intendentes, legisladores y un equipo económico para respaldar sus políticas.
Pese a que lo intentó –al menos de cara a la galería-, la coalición centroderechista no consiguió coser las costuras deshilachadas de su disputa interna: la derrota de Rodríguez Larreta en las primarias le hizo desaparecer del primer plano y el ex presidente Mauricio Macri (2015-2019) coqueteó tanto con Milei que en un momento de la campaña debió dar un paso adelante para escenificar su apoyo a Bullrich.
“La mafia tiene miedo. Tienen miedo de perder sus privilegios, de ir a la cárcel, porque saben que han destruido la Argentina, por eso quiero ser presidente, porque no les tengo miedo”, fue uno de los mensajes más contundentes de su campaña.
Durante los cuatro años que gobernó Mauricio Macri, Bullrich, de 67 años, fue ministra de Seguridad. Su doctrina de respaldo a las fuerzas de seguridad generó grandes controversias al darle mayor libertad de acción a la policía para reprimir protestas y uso de armas de fuego. Y le salpicó el fallecimiento del artesano Santiago Maldonado y del mapuche Rafael Nahuel, en polémicas circunstancias.
“Montonera”
Debido al pasado de Bullrich en la Juventud Peronista durante su adolescencia y su exilio en los años de plomo de la década del 70 en Argentina, con ataques terroristas y la represión de la dictadura militar (1976-1983), Milei trató de explotar un presunto pasado violento de la candidata, acusándola de colocar bombas, aunque ella lo niega y se arrepiente de haber apoyado la violencia.
Bullrich se inició en la función pública en 1993 como diputada del peronismo y en 1999 pasó a formar parte del Gobierno de Fernando de la Rúa, de la Unión Cívica Radical (UCR), que terminaría en la crisis económica de 2001.
La candidata fue reconocida como la primera mujer en ocupar la Secretaría de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Justicia y tomó notoriedad por relevar de sus cargos a 112 carceleros que facilitaban la salida de presos para cometer delitos.
Bullrich pasó en 2000 al Ministerio de Trabajo y un año más tarde ocupó durante un mes la cartera de Seguridad Social, periodo en que impulsó proyectos para eliminar asistencias sociales a trabajadores que cobraran más de 1.000 dólares y un plan de “transparencia sindical”, que obligaba a los dirigentes gremiales a presentar declaraciones juradas de ingresos.
Hacia el final del Gobierno de De la Rúa, firmó un decreto para reducir un 13% los haberes de los empleados públicos.
Bullrich creó en 2003 su propio partido, Unión por Todos, para competir por la alcaldía de Buenos Aires, pero, tras quedar en cuarto lugar, volvió al Congreso como legisladora de la Coalición Cívica, a la que integró su partido en 2007, y luego pasó a engrosar las filas del Pro.
Ocupó la presidencia de ese partido hasta el pasado mes de abril, cuando renunció al cargo para concentrarse en la campaña presidencial.
Bullrich no pudo completar su sueño de convertirse en la tercera presidenta de Argentina, tras María Estela Martínez Isabelita de Perón, quien asumió por línea de sucesión al fallecer su esposo, Juan Domingo Perón, en julio de 1974, y de Cristina Fernández. En lugar de eso, cayó ante un representante del oficialismo y un político más extremista que ella en su discurso: la peor derrota imaginable.
Fuente: EFE