Las negras aguas del lago Ypacaraí en Areguá, el verdusco color existente en San Bernardino o la fetidez que despide el río Paraguay en la zona de la Avenida Costanera, en Asunción, no fueron impedimento para que miles de personas se volcaran ayer a refrescarse en el caluroso día de Navidad.
Las playas públicas se vieron colmadas de gente, que sencillamente ignoró los carteles y las recomendaciones que advertían sobre la prohibición dispuesta por la Secretaría del Ambiente (Seam) de bañarse, ante la alta contaminación de esos cauces hídricos, apoyada por el Ministerio de Salud.
Niños de muy corta edad, incluso bebés en estado de lactancia, eran metidos a las aguas por sus mismos progenitores, ajenos a la posibilidad de contraer alguna enfermedad a partir del ingreso a su organismo de algún virus.
La inconsciencia de quienes acudían a estos puntos se pudo observar igualmente al ver gran cantidad de latitas de cerveza, envoltorios de galletitas y otros desperdicios que se arrojaban irregularmente a las arenas y en las mismas aguas.
Meses atrás, el intendente de la villa veraniega, Ramón Zubizarreta, al descubrirse la presencia de algas tóxicas en el lugar, admitía que solo se podía sugerir a la ciudadanía no entrar a las aguas, pero que no se podía obligar a no hacerlo.
TESTIMONIOS. Carlos Ruiz Díaz, quien con su familia llegó hasta San Ber desde Capiatá, dijo que los municipios deben invertir más en la recuperación ambiental del lago, ya que la salud de la gente está en riesgo. “Cuando uno viene y los niños lloran por entrar a bañarse, ya nada puede hacerse”, dijo.
Por su parte, Alejandro Burgos, quien fue hasta Areguá con sus familiares, expresó que si hay una prohibición, no deberían cobrar para acceder al sitio, ya que se abona G. 5.000 por vehículo. “Una vez que entrás, ya es tarde. Pero si vamos al caso, hasta el agua de Essap viene contaminada”.
La contaminación en el río Paraguay tampoco paró a familias enteras a refrescarse en la Bahía de Asunción, a lo largo de toda la Avenida Costanera.