03 mar. 2025

Picadito

El escándalo sigue siendo el elemento dominante de la vida nacional.

Es casi como la banda sonora de un país que no logra acertar en sus políticas públicas a favor de la gente y se la entretiene con más y más casos de corrupción.

Los chats de Lalo Gomes muestran la absoluta capitulación de nuestras autoridades al crimen organizado. Arrastrados, serviles y mendicantes negocian cupos de poder, cargos y negocios. Las conversaciones difundidas en picaditos son una clara muestra del profundo daño que llevan infringiendo a la República. Tienen la coartada perfecta porque todos los poderes del Estado se encuentran confabulados y no hay entre sus representantes ningún gesto de valentía o de honor que nos devuelva algo de optimismo y de confianza. Están lacerando el tejido social de una manera constante y permanente.

El gran negocio del Hambre Cero también apareció en forma de un picadito de carne de cerdo en una ex lata de pintura. La escena fue tan espantosa que el titular del Ministerio de Desarrollo Social solo atinó a decir que la directora denunciante de Mariano Roque Alonso le había hecho un daño irreversible al programa. Para que no queden dudas en torno al destino que les espera a los que denuncian estas cosas, recibió el pedido que la investigaran por pedido de la empresa proveedora de alimentos. La misma que ganó el año pasado 250 millones de dólares en licitaciones con el Estado se asombró cómo el kure caldo llegó hasta esa humilde escuela.

Es sencillo todo esto: el programa está orientado al fraude. Cubre solo 180 días del año, creen que con una comida acaban con el problema del hambre, no involucran a la familia o lo que queda de ella para que puedan comer todos los días con dignidad, y menos les interesa enfrentar los grandes problemas de gestión que tiene el Estado paraguayo. Incapaz este de repartir cuadernos o aspirinas, se enfrenta al reto de alimentar a más de mil escuelas por un lapso de tres años.

El programa costoso no ataca la raíz del problema, no aborda la crisis educativa, le saca protagonismo a los padres en una tarea irrenunciable de alimentar a su prole y lo convierte en un mecanismo enorme de corrupción. Por lo bajo, estamos hablando de un 25% en coima de un contrato de 300 millones de dólares. Eso es algo más grande que una “merienda de negros”, diría alguien con reminiscencias coloniales.

Así como el juez Legal ya está siendo investigado, pasará lo mismo con la directora del colegio para que sus colegas en todo el país aprendan la lección y no se animen a denunciar casos similares. Peña había pedido una labor de control de toda la comunidad educativa, pero ya se sabe en qué terminan sus expresiones de buena voluntad.

El ministro Ramírez está más comprometido en cumplir órdenes del crimen organizado nombrando a autoridades educativas en cargos sensibles. No ha hecho un solo gesto para mejorar la currícula, inspirar a los maestros o dotar las escuelas de baños civilizados, poniendo en el olvido a las fétidas letrinas. Algún senador ya prepara un trato apu’a para gastar seis millones de dólares en el negocio de defecar con decencia. Todas las acciones están enderezadas en robar a como sea que los 2.000 millones del BM y el BID, que dicen alcanza el malgasto público anualmente, sea una cifra que tiene que corregirse al alza.

Un picadito de corrupción permanente y continuo puede acabar desalentando a los que quieren un mejor país y las acciones heroicas de corregir lo incorrecto puede terminar en desaliento, parálisis, persecución o fuga.

El país debe dar un golpe de timón porque el espeso y desabrido kure caldo ha sobrepasado toda capacidad de digestión y solo queda purgar el cuerpo de su malsano efecto intestinal.

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