Las piezas, procedentes del Museo Casa Natal Picasso de Málaga, componen la muestra Picasso metamórfico y podrán verse hasta el 5 de noviembre en la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo.
La idea no solo es sumarse a la conmemoración del 50 aniversario del fallecimiento del genio español, sino también recordar los 70 años de la que fue su primera gran retrospectiva italiana en 1953.
“Esta selección es de obra gráfica, pero ofrece al público un recorrido muy amplio en el que puede ver prácticamente todo lo que hizo a lo largo de su vida”, explica a EFE el comisario de la exposición Fernando Castro Flórez.
La relación del maestro malagueño con el grabado fue siempre muy intensa y sobre ella experimentó y profundizó como pocos otros.
De hecho está presente a lo largo de toda su nómina. El aguafuerte ya lo usó en algunas de sus primeras obras, como El zurdo o Los saltimbanquis, pero no aplicaría esta técnica a su cubismo hasta las ilustraciones para dos libros de Max Jacob en 1909, dos años después de presentar una de sus grandes telas, Las señoritas de Avignon.
Entre los grabados expuestos en las paredes del museo romano están los 29 aguafuertes en los que adaptó la Metamorfosis, de Ovidio, o el impactante Le chant des morts (1945-1948) en la que el pintor decoró el poema de Pierre Reverdy con huesos de color rojo intenso.
También se exponen los retratos que pintó de dos de las mujeres de su vida: de su segunda esposa, Jacqueline Roque, a la que muestra afable, y de su última pareja, François Gilot, más de aire monstruoso (con esta última tuvo dos hijos y una relación difícil escrita en su libro Vida con Picasso).
La exposición recoge “la gran preocupación” del genio por el tema del “pintor y su modelo” y por el retrato y el desnudo femenino, pero también sus primeras obras de “carácter clásico e incluso neoclásico”, como el mito del poeta romano.
“Su obra gráfica fue un trabajo continuo que abarca las distintas etapas en las que trabajó. No fue mera reproducción o continuación de lo que pinta, sino que es también un terreno de exploración, de investigación e innovación”, explica el director del Museo Casa Natal de Picasso en Málaga, José María Luna.
En la exposición también sale a la luz la faceta más política del genio, ya desde su comienzo, con Sueño y mentira de Franco (1937), elaborado en plena guerra civil española.
Pero esa cara del autor del Guernica emerge especialmente en el recuerdo, con elementos de archivo, de la retrospectiva que se organizó en la Galería Nacional de Roma en 1953, un momento en el que su influencia en todo el mundo estaba en su máximo apogeo.
“Fue una exposición que tuvo un enorme cariz político porque se montó después de la II Guerra Mundial y prácticamente todo el comité organizador eran miembros del Partido Comunista Italiano”, recuerda Castro Flórez.
Para entonces, el pintor ya había retratado al dictador soviético Stalin, entre otros emblemas comunistas, y por eso en la capital italiana surgió “el debate sobre la dimensión política de su arte”.
Picasso viajó en varios momentos de su vida a distintas ciudades italianas, como Roma o Florencia, y su patrimonio ejerció un gran influjo a la hora de “salir del cubismo e iniciar su periodo clásico y neoclásico, sostiene el comisario.
Esta nueva exposición para celebrar el aniversario de su muerte no ahonda demasiado en “temas propagandísticos” pero, según Castro Flórez, sí incluye “un pequeño ribete político” que plantea “qué puede hacer un artista ante las dinámicas políticas de su tiempo”.
Fuente: EFE.