Al respecto, Laura Flores, doctora especialista en Salud Ocupacional y Ambiental, explicó que hay más de 20 tipos de pilas que contienen diferentes metales pesados. Carbono y zinc contienen las más comunes. En cambio, otras contienen cadmio, manganeso, plomo y mercurio.
Uno de los más dañinos es el mercurio, detalló. “En el caso del mercurio, si llega al agua va a hacer su transformación en un mercurio orgánico, que ingresa en los peces y también en los humanos, al consumir los peces. Y se dan los daños neurológicos, cardiovasculares y cáncer”, comentó.
Dependiendo del grado de exposición, especificó que pueden aparecer síntomas como alteración de la memoria, temblores y otras afectaciones.
El manganeso es otro contaminante presente en las pilas. Al ingresar en el organismo también genera similares efectos a nivel neurológico, afirmó Flores. En tanto que el cadmio puede generar lesiones similares a la artritis, dolores articulares.
“Vamos a tener diferentes tipos de afectaciones acordes con el elemento que se ha liberado, también, por supuesto, en la fauna y la flora”.
Los tubos de fluorescentes son otros desechos acumulados en el lugar en cuestión. Sobre este elemento, la doctora señaló que también tiene mercurio. “La cantidad de mercurio en tubos fluorescentes puede ir hasta 20 miligramos. Muchísimo es eso”, aseveró.
MONITOREO. La especialista consideró necesario analizar en la zona en qué situación se encuentran los sedimentos del río Paraguay y también medir en los peces los contaminantes. Indicó que estos monitoreos requieren un trabajo interinstitucional que involucre al Ministerio de Salud Pública, al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) y otros. Ante la falta de acopio, pese a la ley existente, recomendó guardar las basuras peligrosas en envases y sitio seguros, no al aire libre.