Los incidentes, que se concentraron en el centro de Santiago y se repitieron en las ciudades de Valparaíso y Concepción, empezaron a la hora en que el presidente Sebastián Piñera anunciaba un nuevo gabinete y la tensión fue aumentando durante la tarde.
Miles de manifestantes atendieron a convocatorias por redes sociales para protestar lunes y martes en la tarde frente al palacio de La Moneda, sede de la presidencia, que fue acordonado en un amplio cinturón de seguridad en el centro de Santiago.
Detonaciones de gases lacrimógenos y lemas contra los carabineros –policías– y militares se escuchaban en todo el centro, donde también se registró el saqueo de una farmacia en momentos en que aumentaba la tensión.
GABINETE. Piñera removió ayer a 8 ministros, incluido el cuestionado titular de Interior, Andrés Chadwick, integrando a su gabinete a una nueva generación de políticos en un intento por acallar las protestas que mantienen una pulseada en las calles. Al mismo momento en que Piñera anunciaba los cambios en su gabinete –en el mayor en sus 20 meses de gobierno– un millar de personas se enfrentaron con la policía delante del palacio presidencial.
“Chile no es el mismo que el que teníamos hace un par de semanas atrás. Chile cambió y el gobierno también tiene que cambiar y enfrentar estos nuevos desafíos y estos nuevos tiempos”, repitió en la juramentación de los nuevos ministros Piñera, remecido por el desplome de su popularidad a 14%.
CRISIS. Este estallido sin precedentes en Chile, el más grave en casi 30 años desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), dejó 20 muertos, unos mil heridos y 900 millones de dólares en pérdidas materiales. Diez días después de su inicio como un movimiento heterogéneo y sin liderazgo identificable, las protestas representan un claro desafío para el reconocido modelo económico de mercado abierto de este país, donde los manifestantes sin color político exigen un pedazo más grande de la prosperidad que hizo de este país uno de los más estables de América Latina.
Estas protestas llegaron a su máxima expresión en la manifestación que congregó el viernes último a 1,2 millones de personas en la Plaza Italia, de Santiago.