Los asuncenos tienen la suerte de contar con el río cerca, pero la mala suerte de no poder aplacar el calor ahí por la contaminación de sus aguas. Lo mismo ha ocurrido con los arroyos que alguna vez regaban la capital del país.
El interior ofrece alternativas para huir del infierno citadino y reencontrarse con la naturaleza. Incluso con la historia.
La ciudad de Piribebuy y sus alrededores es una de las zonas que invita a visitarla, sin mucha parafernalia y con un entorno natural.
En estos días en que las vacaciones van acabándose, no solo pueden disfrutar de las aguas de la veintena de arroyos. También adentrarse en la historia misma del país.
Piribebuy ha sido uno de los escenarios de la Guerra contra la Triple Alianza, donde hubo batallas que fueron parte del lustro trágico del país.
Fuera de la historia esta ciudad, ubicada a casi 80 kilómetros de la capital, cuenta también con nuevas opciones en sus rutas.
Arranque
Si uno decide ir por la ruta que une a Paraguarí con Piribebuy, no solo encontrará menor tráfico. También disfrutará del túnel de árboles que aparece en varios tramos del camino.
En el trayecto encontrará varios lugares que son utilizados como miradores. Además, si opta por ello, puede dirigirse a Chololó, Paraíso Escondido y otros conocidos balnearios de la zona.
Ni este paisaje idílico, que realmente cuenta con el túnel de árboles y también verde más allá de ello, no escapa de los estragos de la prolongada sequía en el país.
El fenómeno ha afectado a uno de los atractivos que podía encontrarse en dicha ruta: Los chorros que caen desde lo alto del cerro que daban la fresca bienvenida a los visitantes. Ahora son poco más que hilos de agua que humedecen las paredes de roca.
Luego de concluido el desplazamiento desde el noveno departamento, uno llega hasta la ciudad que fue la tercera capital de la república durante la Guerra Guasu.
Ahí, entre el frenético movimiento del día a día, puede verse la calesita que participó de los festejos patronales recientes. También un descuidado viejo vehículo utilizado como transporte durante la contienda en el Chaco.
En una esquina, frente a la municipalidad, la historia aguarda ser visitada. En el Museo Histórico Pedro Pablo Caballero de la ciudad, los visitantes podrán conocer la relación cercana que tuvieron con las guerras, sobre todo de la Triple Alianza.
En el museo, el encargado, guía y hombre multifunciones Miguel Ángel Romero mediante el relato llevará a los turistas a los hechos ocurridos el 12 de agosto de 1869.
En aquel año, ya en pleno repliegue del ejército paraguayo en cuatro años de contienda, los soldados brasileños cometieron una verdadera masacre en la ciudad.
Hombres y mujeres sobre todo, en un número total de 1.600, enfrentaron al ejército invasor compuesto por una cifra de 20.000 soldados.
El guía detallará cómo fue dicha jornada, mostrará algunos documentos y responderá las preguntas.
El museo bélico, que llegó a ser casa de excombatientes, está abierto de martes a domingos de 07:00 a 12:00.
Sin embargo, si los grupos desean ir luego de ese horario pueden comunicarse con el encargado del sitio. No se cobra entrada y la colaboración es a voluntad.
Un poco más allá del museo, la iglesia de Piribebuy también es otro lugar que vale la pena conocer.
En el templo puede apreciarse un retablo con imágenes que datan de hace bastante tiempo, además de conocer parte de su estructura original que data de año 1733.
Relatando lo ocurrido en la Guerra Grande, Miguel Ángel Romero señala que la parte de la iglesia también fue uno de los sitios de la resistencia antes de la masacre cometida por los invasores brasileños.
“Se había construido una trinchera de 200 metros a la redonda. Y el arroyo también era parte de la defensa. En ese entonces era mucho más ancho de lo que es ahora. Desde la parte alta disparaban los invasores”, describió.
Según dijo el guía, en el templo fueron enterrados muchas personas que habían sido asesinadas por los brasileños en 1869.
La torre del campanario del templo fue erigida durante la presencia del Padre Virgilio Roa, quien está enterrado en dicho lugar.
“Cuando él murió, quiso ser enterrado acá, para compartir el lugar con las personas que habían sido enterradas en la Guerra del 70”, cuenta el guía turístico.
El episodio no se trata de una simple especulación. Cuando iban a sepultar el cuerpo del sacerdote, al remover la tierra fueron encontrados restos de huesos y cabellos, reveló.
Es inevitable la pregunta sobre algún tipo de actividad paranormal en el sitio, considerando toda la trágica historia que vivió.
Según contó Romero, le tocó escuchar voces y pasos de personas dentro de la iglesia en días que solo él estaba y la tormenta estaba a punto de desatarse.
Tanto el museo como el templo necesitan trabajos de orden y restauración. El encargado y guía dice que para mediados de año estarán llevándose adelante trabajos en ese sentido.
Variedades
Cerca de la iglesia, los turistas podrán conocer el mural que recuerda el sitio donde estaba el Hospital de Sangre, el cuál había sido quemado con los heridos dentro por los imperialistas invasores.
Y dos cuadras más, allá el arroyo que da nombre a la ciudad espera con sus aguas en la piscina municipal, pagando una módica entrada.
Sin embargo, en este último lugar aún queda como tarea pendiente el compromiso de los visitantes con mantener limpio el lugar.
También algunos vecinos reclamaron que en el sitio los sábados y sobre todo domingo no faltan quienes ponen música a todo volumen hasta muy altas horas de la noche.
La Ruta del Queso, de la Caña, el poncho de 60 listas, patrimonio cultural del país y la fiesta en honor a San Blas.
Un listado de opciones que invitan a visitar una ciudad de aguas frescas e historia.