Su nombre es Ignacia Ortellado, tiene 21 años de edad y culmina la carrera de Dirección y Producción, en el IPAC, este año. Es oriunda de Asunción, pero vive en Ypané desde los 5 años.
“En mi casa si no sos kachiãi (simpático) en guaraní no existe la magia”, comentó a ULTIMAHORA.COM. Agregó que desde pequeña socializa en este dulce idioma.
Optó por compartir sus bromas en las redes sociales, pero “no imaginó ni buscó llegar a tantas personas.”
“Agregué la opción en Facebook para que me sigan porque ya no puedo aceptar a nuevos amigos”, refirió entre risas.
Pitty nos comenta que la inspiración nace de las actividades, conversaciones y acciones cotidianas. Así fue como bromeó sobre la forma en que los clientes cargan el pan Felipe en el supermercado, las historias de su abuela y hasta los que venden frutas en los semáforos.
Amar y hablar guaraní
En otra parte de esta entrevista, criticó a los jóvenes que sienten vergüenza de hablar en guaraní y más a quienes se niegan a aprender. “Prefieren pagar para que les enseñen a hablar en inglés y se olvidan de que somos un país bilingüe”, dijo.
Valoró los hogares donde a diario se sigue conversando en este idioma originario y recomendó a los jóvenes que se interesen y aprendan, ya que es parte de nuestra cultura e historia.
Otra de sus grandes pasiones es cantar y escuchar música popular paraguaya, desde polkas hasta guaranias. “A veces me miran raro por la calle cuando voy en mi auto y con una polka a todo volumen”, recordó. “Amo la música paraguaya, para mí es sagrada”, puntualizó.
Muchas personas le piden ayuda al darse cuenta de su vasto conocimiento y ella enseña algunas palabras sueltas. Argumentó que si no pensó en ser profesora de guaraní es nada más por falta de tiempo, pero que todos los que quieran y tengan la predisposición de aprender encontrarán en ella a alguien que los ayude.
El guaraní y la discriminación
Los paraguayos que hablan un guaraní fluido muchas veces son tildados de “guarangos” por algunos compatriotas, y Pitty no fue la excepción: “Pasé muy mal cuando empecé a trabajar en Asunción. Una vez un cajero me trató mal y me decía que no me entendía porque le hablé en guaraní (...) La gente te quiere hacer sentir mal por eso”, recordó.
Gracias a las redes sociales, Ignacia puede hablar guaraní y llegar exactamente al público que quiere y son justamente los que comparten con ella la misma pasión y encanto hacia esa lengua.
Anunció que irá tirando uno o dos videos por semana y que ya tuvo en cuenta el pedido de sus seguidores, quienes en inspiraciones como la suya buscan un poco de buen humor.