23 nov. 2024

Plástico al natural

Jóvenes de Fernando de la Mora lograron fabricar plástico a partir de mandioca. El resultado es un producto biodegradable que puede ser una alternativa a la contaminación provocada por las bolsas.

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La tarea no se mostraba fácil. Había que presentar un trabajo para la materia de Ciencias y la propuesta debía contener las características exigidas a un producto de estos días, es decir, además de útil, tenía que ser amigable con el medioambiente. El desafío estaba hecho, y cuatro adolescentes fernandinos recogieron el guante para desarrollar un plástico biodegradable con la más paraguaya de las materias primas: la mandioca.

Fabrizio Escobar, Iván Melgarejo, Matías Almada y Matías Ávila se reunieron para decidir cómo encarar el proyecto. Pero antes tuvieron que elegir en dónde enfocarían sus esfuerzos. Y la búsqueda coincidió con un momento en el que las noticias traían informaciones sobre un aumento de tormentas y huracanes en todo el mundo. ¡Ahí estaba el tema! Se concentrarían en averiguar cómo ayudar a la preservación del medioambiente y disminuir los daños causados por la humanidad al ecosistema.

Empezaron a debatir y a buscar alguna manera de proteger el medioambiente. ¿Cómo surgió todo esto de la contaminación del plástico? Debía haber una causa. Y así nació la idea. Comenzaron a navegar por internet en busca de datos, porque en el país no encontraron a nadie que los orientara o tuviera un conocimiento que les sirviera de base.

“Se reunían en casa para debatir y se preguntaban por qué no hacer un proyecto con este tema del medioambiente, porque cualquier tipo de investigación siempre nace de una problemática. Entonces, yo fui orientándoles, conversando con ellos, dándoles mi punto de vista como docente e investigadora”, relata Gladys Rodas de Escobar, madre de Fabrizio y tutora del proyecto, que tenía que ser presentado en la feria de ciencias.

Así dieron con Kevin Kumala, el biólogo balinés creador del bioplástico, hecho con almidón de mandioca. Los estudiantes crearon entonces un grupo de WhatsApp para buscar la información que necesitaban y comenzar el proyecto. Entre ellos se pasaban los links de lo que encontraban. Fue un trabajo que llevó de cuatro o cinco meses.

Matías Almada, Iván Melgarejo y Fabrizio Escobar.

Matías Almada, Iván Melgarejo y Fabrizio Escobar.

Bien paraguayo

Descubrieron las propiedades de la mandioca y vieron que, como materia prima, tiene un costo muy bajo. Se enteraron de que contiene amilosa, una sustancia que puede convertirse en plástico natural. Entonces, concluyeron que el tubérculo debía ser el elemento principal con el cual producir el material ecológico que buscaban.

Conseguir la materia prima resultó barato, pero aun así pensaron en cultivar la planta para utilizar la raíz e improvisaron una pequeña huerta en el patio de la casa de Fabrizio. Como los chicos carecían de los conocimientos necesarios para darle al cultivo los cuidados que requiere, la planta se secó y, al final, tuvieron que recorrer el camino inicial, el que conduce a la verdulería o al supermercado más cercano.

Los componentes para fabricar el plástico ecológico son, como la mandioca, relativamente fáciles de conseguir, pues la glicerina, el vinagre natural y, eventualmente, el colorante pueden encontrarse en cualquier negocio del vecindario.

El proceso también es sencillo: se pela la mandioca, se ralla y el producto obtenido, húmedo, se exprime para eliminar la mayor cantidad posible de líquido; se deja secar al sol durante dos horas y así se obtiene el almidón.

Después se mezcla con el agua, la glicerina y el vinagre, y se le agrega –esto es opcional– el colorante vegetal de preferencia. “Son tres cucharadas de vinagre, tres de glicerina, una cucharada grande de almidón y media taza de agua”, explica Iván.

Se lleva a la olla y se deja cinco minutos a fuego medio, mientras se revuelve la mezcla con una espátula. Una vez que la masa se vuelve espesa, antes de que se endurezca se pone en moldes, se deja reposar por 24 horas y ¡ya está!

Las láminas así obtenidas se sienten al tacto como el plástico que conocemos, pero –a diferencia del derivado de petróleo– su degradación es rápida y puede servir como abono orgánico una vez descompuesto.

Existen videos en los que Kumala se bebe el compuesto diluido en agua para demostrar lo inocuo del producto elaborado con la mandioca, o la yuca, como la llaman en los artículos y grabaciones hechas sobre el plástico ecológico. Se puede afirmar –sin faltar a la verdad– que el biólogo “ho’úma hule”.

¿Y si se moja? “No hay problema”, responde Matías Almada. Según el estudiante, el plástico debe estar expuesto al agua entre cuatro o cinco días antes de empezar a diluirse. Agrega que si a la vuelta del súper a uno lo sorprende una lluvia torrencial, la bolsa no se verá afectada y se la puede guardar incluso húmeda.

Costo versus ecología

Con el plástico biodegradable se fabrican bolsas y bandejas, un deseo que está en el horizonte de los jóvenes, pero que por el momento todavía no encontró el eco que esperaban entre los empresarios contactados para interesarles en la elaboración industrial del producto.

“Difundimos nuestro proyecto a través de la prensa, pero no pasó de ahí. Tratamos de hablar con empresarios de la mandioca, contactar con varias empresas que se dedican al almidón de maíz, pero no tuvimos retorno. Solo dejaron de respondernos”, se queja Matías.

El principal obstáculo es el costo. Según Fabrizio, producir el plástico de mandioca puede ser hasta tres veces más costoso que el que se fabrica a partir del petróleo. Pero este no es el único inconveniente que afecta al plan.

Las críticas están dirigidas hacia los problemas que podría ocasionar ampliar el área de cultivo de la mandioca, pues existe el temor fundado de que el resultado sería la tala de bosques. Además, es posible que destinar la producción de la planta a su procesamiento para convertirlo en plástico afecte a uno de los componentes de la alimentación básica de muchas familias.

En contraposición, un número mayor de campesinos se dedicaría al cultivo de la planta y la comercializaría como materia prima para la fabricación de plástico, sostiene Fabrizio, para quien dedicarse a este renglón podría ser un aliciente para los ingresos de las familias de labriegos.

Ante el desinterés del sector privado, Gladys propone que sea el Gobierno el que tome la iniciativa de instalar una fábrica de bioplástico. “Todo lo natural es más caro”, reflexiona la docente. Es cierto, pero si seguimos contaminando el medioambiente con plástico de origen fósil, el precio que tendremos que pagar será mucho más alto. Tendremos un mundo hecho bolsa.

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Más que otros

El almidón de mandioca posee un 17% de amilosa, una cantidad superior a la de otros productos utilizados para fabricar plástico biodegradable, como la papa y la banana.

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Propiedades

El vinagre se usa para flexibilizar el almidón, y la glicerina, para plastificarlo.