Las gotas caían ante la desconcertada mirada de algunos y el desinterés de otros. En los vericuetos pasillos, los pacientes se agolpaban en la puerta de los consultorios como una manera de presionar para agilizar la consulta. Eran ya las 15:30 y algunos ya estaban hartos de esperar más de cuatro horas.
El panorama es desolador en este populoso hospital público, con una infraestructura de antaño, descuidada por zonas y con mejor fachada en otras. Este centro médico carga con promesas de nuevas construcciones desde gestiones anteriores de salud pública, pero son solo eso: Promesas. Pero, lo que sí se puede destacar es la amplia gama de servicios médicos que ofrece con variadas especialidades, cirugías y hasta terapia neonatal. Esto dentro de una infraestructura en decadencia.
Por eso, a días de las elecciones es inevitable eludir hablar de política. Por supuesto, en este tema es doblemente imposible no insistir a los nuevos elegidos para gobernar el país –sin importar el partido político al que pertenecen– que la principal asignatura pendiente que tienen para los próximos cinco años es apostar por políticas de salud, que permitan garantizar un acceso universal a este derecho consagrado en la Constitución Nacional. No solo en salud pública, sino que también en el seguro social de los trabajadores. No solo en Asunción, sino también en otros departamentos y por supuesto en el Chaco.
Ambas instituciones, tanto del Ministerio de Salud Pública (MSP) como la del Instituto de Previsión Social (IPS), son manejadas por el gobierno de turno. La politización permeó en ambos entes, lo cual se evidenció en la temporada de la campaña política al hacer caso omiso a los reclamos de miles de pacientes. A la deriva, vivieron en los últimos meses miles de asegurados que clamaron por agendamientos, medicamentos, insumos y otras falencias. Sus reclamos cayeron en saco roto.
Ese hartazgo ciudadano se evidenció lastimosamente con la serie de hechos de violencia contra el personal de salud y los funcionarios. Golpes, amenazas de muerte e incluso destrozos en los hospitales. Estas situaciones demuestran la decadencia actual del sistema de salud pública y del seguro social.
Los pacientes ya están cansados de naufragar en medio de la desidia, de la escasez de medicamentos, de las iniciativas de las vaquitas para comprar medicamentos, los amparos para conseguir terapia intensiva. Es decir, están hartos mendigar salud.
Las otras materias pendientes son fortalecer la atención a los pacientes con cáncer, garantizar el acceso a los medicamentos, estudios, tratamientos, cirugías e incluso el proceso de recuperación. A los pacientes oncológicos, la campaña electoral también les dejó de lado. Eso se evidenció, con el poco interés de los parlamentarios de agilizar la aprobación de la ampliación presupuestaria para el Instituto del Cáncer (Incán), de cuyos fondos dependen la compra de los medicamentos para los próximos meses.
Tal vez, estoy omitiendo otros desafíos, pero lo importante es que a las nuevas autoridades también hay que exigirles el cumplimiento de las políticas de salud pública y el mejoramiento en la inversión a nivel país. La pandemia mostró los puntos débiles del sistema de salud, los cuales deberían ser apuntalados para una mejor cobertura sanitaria.
Y por supuesto, deberían mirar hacia el Chaco. Las tribulaciones de los chaqueños para acceder a la salud representan una odisea constante. A veces se paga con la vida. A veces cuestan millones de guaraníes. Las crónicas diarias de las barreras que viven son innumerables. El Chaco también sigue siendo una de las principales materias postergadas por años por parte de los políticos. Hay que seguir insistiendo para que el gobierno apueste por un sistema de salud integral para todos y todas.