Las vacas escaparon de una explotación hace varios años y, desde entonces, han vagado en libertad por los campos de Deszczno, en el oeste de Polonia, sin estar sometidas a ningún control veterinario.
Varias organizaciones ecologistas habían protestado por la decisión de los veterinarios de mandar a las vacas al matadero, incluso varias personas se ofrecieron para adoptar a los animales.
La reacción popular llevó al propio Andrzej Duda y al líder del partido gobernante en Polonia, Jaroslaw Kaczynski, a intervenir y expresar su deseo de que los animales fuesen eximidos de ser sacrificados, tal y como había ordenado el Ministerio de Agricultura, alegando el riesgo sanitario que suponen estas vacas.
Ante la presión de ecologistas y de políticos, el ministro de Agricultura, Jan Krzysztof Ardanowski, cedió y anunció que la vacada no irá al matadero, sino que será trasladada a una granja estatal, aunque no daba más detalles del futuro de los animales.
Los colectivos ecologistas temen que detrás de esa decisión se escondan planes de vender las vacas a granjeros o repartirlas en diferentes explotaciones, separando la vacada.
Desde la Sociedad de Ética de Polonia también ha tomado cartas en el asunto, y según explicó hoy a Efe su portavoz, Dorota Probka, se ha pedido a las autoridades que “esta extraordinaria comunidad de animales” se traslade a una reserva en el norte del país, donde puedan pastar en libertad hasta el final de sus días.