“El submarino tenía 65 metros de largo por 7,5 metros de ancho y 15 metros de alto. Y esta quedó en 3 metros de ancho, 5 de alto más la vela 7 metros, y de largo 16 metros”, cuenta Gonzalo Pérez, presidente de la Agrupación Isabel de Comodoro Rivadavia.
En esta ciudad costera ubicada a 1.560 kilómetros al sur del puerto marplatense fue desde donde se dirigieron las labores de búsqueda del malogrado sumergible en el océano.
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“Si el epicentro de la búsqueda fue mi ciudad, ¿por qué no hacer una réplica?. En realidad íbamos a hacer un mural, no más. Surgió y nos decidimos entre mis hermanas y gente de la Agrupación Isabel, que hacemos todo cosas solidarias”, agrega Pérez.
Como resultado, una copia a escala “4 en 1" en material de hierro realizada entre 13 personas y culminada en 15 días el año pasado, mucho antes de que se encontraran los restos del barco, con la ayuda económica de diversos grupos de amigos.
La obra pesa 11.000 kilos
Este viernes, Pérez y su equipo cargarán la obra -que pesa 11.000 kilos- en un carretón (el cuerpo) y un camión (la vela) con destino a Mar del Plata, para que todo esté listo de cara al domingo, cuando en un acto con algunos de los familiares de los 44 marineros que perecieron en el sumergible se instalará de forma permanente frente la base naval.
En la recreación se añade un “44" pintado con los colores de la bandera argentina en la parte trasera y los nombres de todos los marineros que se dejaron la vida en la tragedia en los laterales.
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Pérez reconoce que le surgió la idea de hacer la obra de “un enojo”, al ver que Alemania fue “el primero” en hacerle un gran homenaje a la tripulación en diciembre de 2017, de parte de la Asociación de Submarinistas de ese país.
Una vez acabada, sus creadores recorrieron 13 provincias del país con su obra para rendir tributo a los submarinistas.
Quedará para siempre en el puerto del ARA San Juan
Y es ahora el momento de que quede para siempre en el mismo lugar donde se halla el puerto habitual del ARA San Juan y donde los 44 marineros deberían haber llegado si el 15 de noviembre de 2017 la tragedia no se hubiera puesto por delante cuando volvían de realizar unas maniobras militares de las costas de la sureña Ushuaia.
En la madrugada del 17 de noviembre de 2018, un año y dos días después de perderse su rastro y tras una intensa búsqueda que contó con ayuda de multitud de países, la empresa estadounidense Ocean Infinity localizó en el fondo del Atlántico los restos de la nave a 907 metros de profundidad y desmembrada en varias partes.
Nunca fueron reflotados.
El lugar donde se encontró el buque, a 500 kilómetros de la costa, coincidía con la zona desde la que se comunicó por última vez el comandante, cuando alertó de que se había producido un principio de incendio en las baterías, un problema que según las autoridades fue resuelto y el submarino pudo seguir su viaje.
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Esta situación se sumó a la detección con sensores, por parte de agencias internacionales, de una “anomalía hidroacústica” consistente con una explosión en la zona donde la nave se reportó por vez última.
En la actualidad, sigue adelante una investigación judicial para determinar lo ocurrido, así como una comisión investigadora en el Parlamento.