Comparó a los periodistas con esos muckrakers o rastrilladores de estiércol, “los que escarban en la porquería”, para cuestionar así que estos solo se fijaban en lo que es vil y degradante y no veían cuestiones más elevadas. En la actualidad sería “lo positivo” que hacen las autoridades.
Haciendo un paralelismo, es como la crítica que realizan ciertos sectores políticos, poco afectos a la transparencia y rendición de cuentas, a los que incomoda que la prensa no se enfoque exclusivamente en los logros o las acciones positivas del gobierno, y que escarben en cuestiones turbias de la sociedad y sus líderes, de los poderes varios, que se retroalimentan y protegen entre sí.
Si la tarea periodística se limitara a transmitir solo lo que un gobierno y la élite que lo sostiene quiere, estaría atentando contra su propia esencia. El periodismo es informar, buscar la verdad, demostrar fehaciente y contundentemente los hechos. Denunciar los abusos, errores, ineficiencias, incoherencias, retrocesos, robos y despilfarros cometidos por quienes administran los bienes del Estado, y sobre los grupos que conforman los poderes fácticos que están detrás de los grandes negociados público-privados. Informar, pero no quedándose solo con el dato que oficialmente presentan los gobernantes de turno, sino haciendo memoria frecuentemente de las expresiones, promesas, anuncios y actos grandilocuentes y efectistas con los que con abrumadora insistencia estas atosigan a la ciudadanía. Ciertos mandatarios lo hacen de una manera empalagosa a través de las cuentas oficiales en redes sociales. Dedican más tiempo a sus videos que a acercarse a la gente.
Son los que desacreditan a la prensa crítica. Consideran que pueden prescindir de los medios de comunicación, ejerciendo un control unilateral y dirigido de los contenidos que sesgadamente quieren colocar a través de las redes sociales y medios oficialistas. Por eso les molesta que haya una prensa que no se conforma con reproducir esos mensajes y se preguntan por qué se adopta tal cual o decisión. Por qué se invierte en esto en detrimento de otras áreas; por qué tanta prisa con promover esta ley y no aquella más urgente. Por qué o para qué tantos viajes del jefe de Estado. Por qué en esta licitación optaron por el oferente A, en vez de esta más ventajosa. Por qué faltan insumos y medicamentos. Por qué en esta escuela no cuentan con agua potable, etc., etc.
Si dejaran de existir periodistas que interrogan cada dato, cada hecho, cada anuncio, cada información a la que acceden, y miran con detenimiento lo que sucede en el entorno, no nos habríamos enterado de la campante continuidad del nepotismo en las instituciones del Estado, o que Santi Peña, ocho años atrás, no tenía “un peso”, como manifestó entonces, y que hoy es propietario de un inmueble suntuoso y posee una envidiable fortuna. Ni sabríamos que se reparte dinero a los seccionaleros (en termos), y ya se imaginarán de dónde sale esa plata, y que muchas decisiones de Estado se toman en un quincho.
Así que, aunque traten de acallar a esa prensa, que es leal a su propia existencia, como de hecho pretenden algunos legisladores que ya están frotándose las manos para garabatear una ley mordaza, y aunque declaren enemigos y ataquen despiadadamente a los periodistas que abrazan el verdadero sentido de esta profesión, siempre será preferible que existan tales muckrakers antes que un ejército de “sicarios mediáticos” o adulones del poder operando desde algunos medios de prensa.