Cuánta falta hace en nuestra sociedad invertir y trabajar a favor de la formación cívica, de la construcción de ciudadanía y de que la gente conozca qué debe exigir a cada institución del Estado y cómo participar. Por ejemplo: ¿Por qué las municipalidades, que ejercen el gobierno local, el que está más cerca de la gente, intervienen y proponen tan poco a favor de la niñez y adolescencia, pese a que este grupo etario, menor de 18 años, representa una mayoritaria porción de sus habitantes? Me pregunté esto luego de examinar la Ley Orgánica Municipal y el Código de la Niñez y la Adolescencia y comprobar qué poco exigimos los ciudadanos a nuestras municipalidades, pese a que tienen gran responsabilidad en el asunto.
En una entrevista a Liz Torres, ex ministra de la Niñez y actual coordinadora en la oenegé Callescuela, ella señaló algo que se repite en la presente campaña electoral y es que prácticamente no se dan debates sobre los problemas sociales en general y, menos aún, sobre propuestas de solución a estos y que más lejana aún es la posibilidad cuando se trata de niños y adolescentes. La razón: estos no representan votos y, en general, están invisibilizados.
Hace un par de semanas me impactaron dos noticias muy fuertes vinculadas con niños: una se originó en Lambaré; otra, en Limpio. En la primera ciudad detuvieron a un hombre, que tenía a su cargo a sus tres niñas, una de ellas estaba llena de larvas (miasis), y todas con piojos y sarna, viviendo en situación insalubre y abandonadas. La Fiscalía busca a la madre. En este caso, una llamada al Fono Ayuda 147 del Ministerio de la Niñez y la Adolescencia (Minna) activó el proceso de intervención y rescate de las víctimas.
En el otro hecho, dos niñas huérfanas de padre y madre, que quedaron a cargo de una tía, eran sometidas a terribles maltratos físicos por la mujer y el hijo de esta. La más pequeña, de 5 años, tenía un brazo fracturado. Esta vez, la actuación oportuna de una vecina las salvó del infierno que estaban sufriendo.
Situaciones como estas saltan a la luz pública con mucha frecuencia, y la representación del Estado más próxima a la población es la municipalidad. ¿Se imaginan si en cada municipalidad se contara con una sólida Consejería Municipal por los Derechos del Niño, la Niña y el Adolescente (Codeni), con transporte para acudir a los llamados de urgencia, equipo interdisciplinario y dispositivos de comunicación para el servicio 24 horas, los siete días de la semana? ¿O si cada municipalidad contara con una extensión del servicio de Fono Ayuda 147 para actuar con mayor celeridad ante las llamadas de emergencia?
Además, que se pusiera todo el empeño en el Consejo Municipal de la Niñez en cada administración municipal, como manda la Ley Nº 1680 Código de la Niñez, considerando que en esta instancia, además de los representantes del intendente, la Junta Municipal, las oenegés y las organizaciones de niños, deben estar representadas las comisiones vecinales o comisiones de fomento del municipio, que a su vez son las que trabajan y conocen la realidad de los barrios.
La mayoría de los candidatos a intendente no hablan de la situación de la niñez en el municipio que aspiran administrar, ni de los numerosos asentamientos precarios.
Es tan importante que funcione el Consejo Municipal de la Niñez, ya que el gobierno local es el que debe orientar sus gestiones al desarrollo de programas de atención directa y de promoción integral de los derechos del niño y adolescente y proponer el presupuesto anual a su municipalidad de los programas de la oficina dirigidos a este ámbito.
Desafortunadamente, en general, los ciudadanos conocemos poco de todo esto. Por lo tanto, lo normal es esperar nada de parte de la institución municipal pensado en los niños y adolescentes. De ahí que también los intendentables ni se plantean el tema. Entretanto, los problemas. sociales se multiplican.