Fue durante la misa del cuarto domingo de Adviento en la Basílica Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé.
“El niño es un indefenso, no está en disposición ni siquiera de darse cuenta del mal que se le está haciendo. Por eso, al niño se le debe el máximo respeto”, afirmó contundente e hizo alusión a las palabras de Jesús: “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen una rueda de molino al cuello y lo hundan en lo profundo del mar”.
El obispo condenó prácticas como la pedofilia, el trabajo y la explotación infantil, así como otras formas de violencia contra los niños, describiéndolas como “estragos de inocencia” que afectan a los más vulnerables de nuestra sociedad. “Si no es posible parar a estos autores de tales cosas, gente frecuentemente enferma, sin conciencia o perversa, al menos abramos los ojos nosotros para defender a nuestros niños”, exhortó.
NAVIDAD. Este tiempo litúrgico, explicó el obispo, es una oportunidad para reflexionar y preparar espiritualmente el corazón para recibir al Niño Jesús, cultivando actitudes de humildad, reconciliación y solidaridad.
Recordó la necesidad de “hacernos pequeños delante de Dios” para entrar en el misterio de la Navidad. Mencionó la visita de Francisco a Belén y destacó cómo el Pontífice se inclinó para atravesar la puerta que conduce al lugar donde nació Jesús, describiendo este gesto como un símbolo de humildad y entrega. “Si no podemos inclinarnos físicamente ante el Niño Jesús en la gruta, inclinémonos hoy ante los niños que nos rodean. Ellos son los representantes de Jesús en el mundo”, señaló.
Valenzuela llamó también a la reconciliación, instando a los fieles a abandonar el rencor y las actitudes hostiles hacia los demás. Es tiempo de erradicar el resentimiento del corazón. ‘‘Si no lo logramos durante el año, esforcémonos al menos por hacerlo en Navidad. Veremos que la fiesta será mucho más luminosa’’.
El obispo instó a reflexionar sobre su actitud hacia los demás y a vivir esta Navidad con un espíritu de fraternidad. “No deberíamos nosotros descender de nuestros pequeños pedestales de superioridad y dominio para vivir como hermanos reconciliados entre nosotros”, expresó.