Una de las mascotas preferidas por los hogares es el perro y es junto a los gatos uno de los animales más queridos por los niños. Sin embargo, a la hora de educarlos, muchas veces se dificulta por la forma con la que se busca lograr ese objetivo.
Se suele pensar que los gritos y los castigos ayudarán a la formación de su educación, pero esto puede crear incluso menos sentido de disciplina en el animal, según advirtieron los expertos.
El veterinario y entrenador de perros, Darío Cardozo, conversó con Última Hora y explicó un poco más sobre la forma correcta de adiestrar a los peludos de la casa.
La enseñanza con base en gritos y castigos físicos podría generar en el animal cierto estrés, además de causarle confusión al momento de obedecer. La formación antigua era la que concernía al “uso del garrote”, pero hoy eso es poco recomendado, asegura el doctor.
Cardozo mencionó que la educación de un animal se debe iniciar desde pequeño para lograr un resultado más fácil. Al respecto, dijo que lo ideal es premiar las buenas acciones de la mascota y castigar positivamente las travesuras destructivas.
Premiar la buena conducta del canino es una de las formas recomendadas y efectivas para lograr el buen comportamiento de la mascota. La intención es mostrarle que la obediencia le traerá recompensas.
“Los castigos pueden ser negativos o positivos. El primero es el que anteriormente era utilizado, la disciplina con el garrote, una forma de corregir prácticamente obsoleta”, explicó.
Por otro lado, los castigos positivos consisten en retirarle al animal los premios, que serían los juguetes, los mimos y las atenciones del dueño. Categóricamente, la idea de “gritarle o pegarle a un perro es totalmente errónea al momento de educarlo”, reafirmó el profesional.
Un proceso largo y de paciencia
El veterinario Raúl Tuma reforzó la idea de su colega Cardozo al momento de recomendar que las mascotas no deben ser formadas con golpes o gritos, pero sí mencionó que factores ambientales podrían también influir en el comportamiento del animal.
En cuanto a la disciplina habló de que es un proceso largo y que los dueños deben ser pacientes al momento de educar a su mascota y apoyó la postura de la formación a base de premios.
Otro que nos dio su opinión con respecto a la formación de los caninos fue el suboficial de Infantería de la Marina, Víctor Acuña Thomen, adiestrador de cachorros antinarcóticos de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad).
Comentó que no es correcto formar a los perros domésticos como los canes de trabajo, que son utilizados para la detección de drogas. Al contrario, se debe tratar de reducir en lo posible las capacidades agresivas que podría llegar a mostrar al crecer.
Igualmente, dijo que mientras más temprano comience la instrucción es mejor y que es ideal que sea al tener todas las vacunas, aproximadamente a los tres a cuatros meses de vida.
Además, sostuvo que muchas veces los propietarios de animales recurren a adiestradores, pero la educación debe darse en conjunto. “Si el dueño no adopta los hábitos de corrección, el animal puede olvidarse de todo lo enseñado por el instructor”.
Estudio científico sobre educación del perro
Científicos de la Universidad de Porto de Portugal sometieron a estudio a unos 92 perros, de los cuales 42 asistían a escuelas que aplicaban métodos basados en recompensas, conocido como refuerzo positivo. Los restantes 50 recibieron educación que implicaban gritos y manipulación física.
Ambos grupos fueron analizados durante su formación, los resultados arrojaron que los canes adiestrados con métodos físicos arrojaron altos niveles de cortisol, una hormona liberada como respuesta al estrés.
Mientras que los educados con premios se mostraron más relajados y con parámetros de cortisol normales, reveló una publicación de Sputnik Noticias.
Tras un mes de formación de los canes se los sometió a una prueba donde tenían que identificar recipientes con salchichas. Al momento del reconocimiento de comida, los adiestrados a base de recompensas fueron los que más rápido lograron hacerlo, a diferencia de los otros que se mostraron, al principio, temerosos y desconfiados.
Los investigadores concluyeron que no hay diferencias en términos de efectividad, pero sí hay una discrepancia considerable en el bienestar físico y emocional de las mascotas, cuando se aplica el método que implica castigos físicos.