La forma en la que México celebra el Día de los Muertos, que es la más conocida en todo el mundo, tiene sus orígenes en la cultura indígena, principalmente, aquello relacionado con los rituales con altares, decoraciones y música.
Sin embargo, el Día de Todos los Muertos en otros países está más asociado a las visitas al cementerio.
EFE publicó este jueves que la creencia del pueblo mexicano es que el 1 de noviembre se dedica a los “muertos chiquitos”, Día de Todos los Santos, es decir, aquellos que murieron siendo niños, y el 2, Día de Los Fieles Difuntos, a los fallecidos en edad adulta.
La Unesco declaró el Día de los Muertos como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, prosigue la publicación.
La conmemoración se trata de un reencuentro con los muertos y tiene su origen entre las celebraciones católicas, especialmente, con el Día de los Fieles Difuntos.
Por esta razón, en Paraguay, se realizan visitas a los camposantos, con flores y velas para depositar a las tumbas de los seres queridos fallecidos.
De acuerdo con el Vaticano, el recuerdo de los difuntos se remonta a los albores de la historia de la humanidad. Resalta que con el evento de la resurrección de Jesús, la memoria hacia los muertos, así como la piedad hacia ellos, se enriqueció radicalmente.
“Ya los primeros cristianos, como se puede ver fácilmente en las catacumbas, esculpían en las tumbas la figura de Lázaro resucitado, como signo de la esperanza de que su pariente amado también volvería a la vida gracias a Cristo”, publicó en su página web.
Asimismo, mencionó que solo en el siglo IX aparece la conmemoración litúrgica de los difuntos dentro de los monasterios por un día entero en oración por los difuntos.
Esta práctica ya estaba presente en el rito bizantino que celebraba a los muertos el sábado anterior al inicio de la cuaresma o en un período entre finales de enero y el mes de febrero.
La web del Vaticano apunta que recién en el año 809 se estableció recordar a los difuntos, al día siguiente del día dedicado a los santos, porque se consideraba que estos ya gozaban de vida divina.
Finalmente, en 998 se fijó la solemnidad para el 2 de noviembre incluyendo un período de preparación de nueve días, conocido como la Novena de los Difuntos, que comienza el 24 de octubre.