A nivel de la cultura popular paraguaya, durante mucho tiempo, una de las maneras más despectivas de calificar a las personas con opción homosexual, es decir en guaraní: “Pea ha’e 108" (ese es un 108).
El origen de esta práctica se remonta a un trágico suceso ocurrido el 1 de setiembre del año 1959, cuando el locutor de radio Bernardo Aranda, quien trabajaba en Radio Comuneros, murió calcinado en la habitación de un inquilinato, en el Barrio Obrero de Asunción.
Según la Policía, Aranda habría sido asesinado en extrañas circunstancias, en un “ajuste de cuentas entre homosexuales”. Sus presuntos asesinos dejaron su cadáver en su cama e incendiaron la habitación para borrar evidencias o dejar algún macabro mensaje.
La reacción represiva por parte de la dictadura desencadenó una verdadera “cacería de brujos” contra los presuntos miembros de la comunidad homosexual de la época. Las autoridades confeccionaron una lista de 108 personas, todas del sexo masculino, a quienes consideraban homosexuales, y procedieron a arrestarlas y torturarlas sin misericordia, en la búsqueda de los asesinos de Aranda.
“Nunca se probó si alguno de los 108 detenidos tuvo relación con el crimen de Aranda. Se cree que el operativo se realizó para encubrir el relacionamiento que Aranda mantenía con un miembro del círculo de poder stronista”, destaca un pronunciamiento de la organización SomosGay.
El caso pasó a ser conocido como la historia de “los 108 y un quemado”, que era contada en voz baja, ya que había un acuerdo implícito de no hablar públicamente del tema. Quienes integraban la lista de “los 108" pasaron a ser consideradas personas indeseables para gran parte de la sociedad y, por extensión, a quienes se consideraba ser homosexual o gay, se les decía: “Es un 108".
En el 2010 la cineasta paraguaya Renate Costa estrenó su película documental “108 Cuchillo de palo”, en el cual abordó el caso desde la historia personal de un tío suyo, Rodolfo Costa, que había aparecido muerto en su casa en el 2000, desnudo y tendido en el suelo.
Hurgando en la historia de su tío, silenciada por su propia familia, la cineasta descubre que él fue uno de los 108 detenidos y torturados por el crimen de Aranda y revela las décadas de persecución y discriminación contra las personas con opción sexual diferente en el Paraguay.
“La historia debe conocerse para que ciertos hechos no se repitan. Tal es el caso de los 108 y un quemado, pues a lo largo del gobierno del dictador Alfredo Stroessner, este modus operandi –de acusar a un cierto número de personas de ser gays– se repitió en varias ocasiones”, sostiene la organización SomosGay.