04 ene. 2025

Por un 2025 con bienestar y oportunidades para todos

Estos días festivos nos han proporcionado el tiempo propicio para compartir con la familia y recargar fuerzas para encarar este 2025, esperando que esa patria soñada que todos anhelamos sea posible, a pesar de los enormes déficits que acarreamos y de todos los obstáculos. La construcción de un país que brinde oportunidades a todos es posible, pero para ello es necesario el compromiso y la coherencia de la clase política, así como la acción de los paraguayos y paraguayas que ansían vivir con dignidad.

Sabemos que nos esperan importantes desafíos en todos los niveles, y nada de ello será posible lograrlo sin el compromiso de todos. Sin duda, una de las claves será la participación ciudadana. Los plagueos y las quejas en las redes sociales suelen conformar una especie de microclima, pero la participación concreta será determinante para el cambio.

La tarea no será fácil, pues en momentos como los que vivimos en el Paraguay resulta difícil sostener una actitud optimista, especialmente frente a los cotidianos episodios de robos y asaltos, algunos de ellos con trágicas consecuencias, los asaltos en la calle, en el transporte público y atracos a comercios. Para el ciudadano este sería uno de los principales reclamos que las autoridades deberían priorizar, pues todos tienen el derecho a vivir una vida con seguridad.

Asimismo urge que quienes hicieron pomposas promesas no solo durante la campaña, sino también después de haber sido electos, comiencen a cumplirlas. El Paraguay necesita que su clase política anteponga las necesidades de la gente a sus propios intereses. Los paraguayos reclaman la creación de empleos, de empleos con salarios dignos que hagan posible que la gente pueda tener tiempo de calidad para compartir con su familia y con su comunidad. Para que esto sea posible también debe darse un cambio revolucionario del sistema de transporte, que actualmente constituye un verdadero castigo para trabajadores y estudiantes que gastan horas enteras por el pésimo servicio que ofrecen las empresas que explotan los itinerarios, y por la inacción de un gobierno que no ha sido capaz de ofrecer un servicio eficiente.

El año que pasó estuvo signado por hechos vergonzosos, escándalos que involucraron a los parlamentarios y su descarado nepotismo. En 2024 conocimos a numerosos nepobabies e incluso a los favorecidos por el poder: los Bachibabies, veinteañeros cobrando millones en el Parlamento habiendo apenas concluido la formación secundaria.

Para este 2025 esperamos que los jóvenes puedan acceder a la educación de calidad, que no estén obligados a trabajar tantas horas para poder pagar una carrera universitaria y mantenerse al mismo tiempo. Que también tengan empleo digno, salud pública de calidad, seguridad y tiempo para la sana diversión. El Gobierno está obligado a crear las condiciones para que esto sea posible, y debe, sobre todo, dejar de privilegiar a los hijos de los diputados y de los amigos del poder político y económico con prebendas y puestos de trabajo en las instituciones del Estado.

En este 2025, esperamos también que haya más honestidad y transparencia en la administración de los recursos públicos. Esperamos que la clase dirigencial entienda que la corrupción mata, la corrupción empobrece y les roba la calidad de vida a los ciudadanos.

Esperamos también que el Gobierno sea capaz de escuchar y entender los reclamos de la gente, no solamente empatía, sino sean capaces de obrar con coherencia para ofrecer respuestas a los reclamos y preocupaciones. Menos promesas y más trabajo.

En el Paraguay, la corrupción y la impunidad parecen descontroladas, lo mismo que la injusticia, que, como decía monseñor Óscar Arnulfo Romero, “la justicia es como la serpiente, solo pica a los descalzos”. Urge un decidido combate al crimen organizado y al narcotráfico antes de que el Estado paraguayo quede reducido a una mera fachada.

En este 2025 que recién se inicia se debe reconocer el derecho de todos los paraguayos a una vida mejor, con trabajo digno, salarios justos, acceso a la educación y la salud, así como al descanso y la recreación con la familia, y sobre todo, que ninguno de estos reclamos parezcan una utopía.

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Se va un año complicado, que nos ha dejado experiencias positivas y negativas. Hubo logros que nos permiten mantener la confianza en la capacidad que tenemos los paraguayos para alcanzar las metas. Así, en el ámbito deportivo y cultural, hubo éxitos que fueron el producto del esfuerzo constante. Lamentablemente, debemos reconocer también los déficits que nos quedan en lo social y económico, pero el más grande de todos es el distanciamiento de la clase política de las necesidades de la población y la pérdida de credibilidad de nuestras autoridades.
El año 2024 se va con un buen nivel de crecimiento económico y una proyección para 2025 que, aunque más baja, sigue siendo interesante. No cabe duda de que, desde el análisis macroeconómico, el anuncio del grado de inversión para Paraguay es también un buen resultado. Sin embargo, otros aspectos macroeconómicos en el marco de la política fiscal son signos de alarma, como las bajas recaudaciones tributarias en un contexto de alto endeudamiento público y la limitada calidad del gasto. La inflación de alimentos, combinada con reducidos ingresos laborales, también debería preocupar, ya que estos indicadores afectan de manera directa el bienestar económico de la población.
Entre las noticias relevantes de las últimas semanas se encuentra el proceso de aprobación de una nueva ley del servicio civil. Las autoridades competentes en el tema argumentan que una nueva ley es necesaria para mejorar la calidad de la función pública. Sin embargo, la ley anterior no era mala y no se cumplió debido al prebendarismo existente en todo el sector público. Más que nuevas leyes, lo que el país necesita es que se cumplan las existentes. Esperemos que las autoridades, una vez aprobada y promulgada, realicen las acciones necesarias para hacerla cumplir a rajatabla y que esto se refleje en el corto plazo en una gestión de mayor calidad.
La celebración de la Navidad dejó su secuela de accidentes y sucesos de violencia. En el Hospital de Trauma –entre el 24 y 25 de diciembre– fueron reportadas 61 personas atendidas, a consecuencia de accidentes de tránsito, tres de ellas menores de edad. Lamentablemente, tampoco faltaron las heridas por el uso irresponsable de petardos, personas que sufrieron amputaciones de dedos, quemaduras, lesiones oculares, etc. Recordemos que estos incidentes pueden enlutar las celebraciones, todo se puede evitar actuando con prudencia.