La crónica de Belén Delvalle se inicia en la ciudad de Yatayty y con su decisión de buscar mejores horizontes. Tras vivir un tiempo con familiares en la ciudad de San Lorenzo y por vicisitudes de la vida decide emigrar. Las circunstancias son similares a otras miles de mujeres paraguayas que han debido hacerse cargo de la vida solas.
“Mi dilema era estudiar o tener a mi hijo Iván; su padre no se hizo cargo. Como madre soltera, empecé a sortear bastante ya en Paraguay: mi pequeño estuvo internado 45 días en el Hospital Acosta Ñu. Estaba sola, sin trabajo y con la única salida en ese momento para comprar insumos médicos: tuve que empeñar sus sandalias”, relata. Con 21 años recaló en Buenos Aires y trabajó en el servicio doméstico, visitaba cuando podía a su niño. En 2006 lo llevó consigo, alternando su cuidado con el de adultos mayores y otros niños y trabajando como mucama en hoteles. Al mismo tiempo inició diversos cursos en la Universidad de Buenos Aires, y poco tiempo después la realidad nuevamente le pone a prueba: a su hijo le diagnosticaron el síndrome de Kawasaki, que puede afectar a las arterias coronarias. En el Hospital Garrahan le dijeron que el tratamiento costaba USD 10.000, pero en ese país no le cobraron nada por el tratamiento.
El tratamiento duró diez años. Y al final Belén cambió su trabajo en el servicio doméstico, gracias a sus conocimientos básicos en leyes y en gestoría, y arrancó haciendo trámites migratorios y gestiones jurídicas, y a continuación unos años después optó por la consultoría independiente. Actualmente Belén es gerente de Relaciones Institucionales y Responsabilidad Social Corporativa de TecPlata SA, que representa al gigante International Container Terminal Services Inc. (ICTSI), de origen filipino; y se muestra agradecida con su país de adopción y considera que todo lo ocurrido la motivó a seguir superándose.
“No es frecuente que las mujeres formemos parte de la dirección de una compañía así; y tampoco en el área de operaciones, entre grúas y containers, pero la empresa busca incorporar a más mujeres”, resalta. Agrega que su trabajo es del de sus sueños, pues ya pudo capacitar a gente sin trabajo en los barrios de influencia de la terminal portuaria, mediante cursos para mozos/as, construcción en seco y recuperación de espacios verdes, y logró acondicionar dos salas de atención primaria en un hospital cercano para chicos con tratamiento por adicciones, a los que ayuda a reinsertarse en la sociedad.
De acuerdo con un estudio cuantitativo denominado Los procesos de inserción sociolaboral de personas retornadas al Paraguay luego de experiencias migratorias, realizado en 2019 por el Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD) y financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), de los aproximadamente 67.000 paraguayos migrantes, casi el 9,8% retornaron al país entre el 2006 y el 2016; los compatriotas residían mayoritariamente en Argentina y España, seguidos de Brasil y Estados Unidos.
Queda la percepción, señala el estudio, de que la reinserción al mercado de trabajo local es precaria y de incertidumbre, porque las habilidades aprendidas no siempre son del todo aprovechadas, y la experiencia migratoria no constituye un factor que facilite este proceso.
Cuando el país no ofrece las oportunidades, miles de compatriotas deciden buscar en otros lugares estas opciones que han hecho posible una vida mejor para ellos y sus familias. La migración, después de todo, se encuentra en el registro histórico del Paraguay. Es tarea, pues, del Estado paraguayo ofrecer todas las alternativas para que estas personas que, como Belén Delvalle, no tienen otra elección que asumir riesgos y desarrollar sus talentos lejos del país.