De hecho, una vez que la persona infectada es trasladada hasta el hospital y hasta que fallece, ya no tiene contacto con nadie: Muere en absoluta soledad, sin poder despedirse de sus seres queridos y sin que estos puedan despedirse de él.
Imagínese no poder abrazar más a una persona que cumple cuarentena y a la que nunca se volverá a ver o no saber dónde está enterrada y no poder ir a visitarla a su tumba. Aterrador y deprimente.
Ahora traslade esa realidad a cientos de desaparecidos por el Plan Cóndor en Paraguay. Quienes se vieron privados de sus seres queridos, hace más de 30 años siguen sin poder saber dónde están enterrados los restos de aquellos a quienes amaban.
Según una publicación de Última Hora, el régimen de Alfredo Stroessner dejó una secuela de 425 desaparecidos, detuvo ilegal y arbitrariamente a casi 20.000 personas y forzó el exilio de más de 20.814 paraguayos, según un informe de la Comisión de Verdad y Justicia.
A pesar de las decenas de recomendaciones de organismos internacionales, y de sanciones, Paraguay sigue sin destinar recursos para la búsqueda de desaparecidos o para habilitar un laboratorio con un equipo de especialistas para tomar muestras de sangres de parientes y compararlos con los restos óseos que ya fueron encontrados.
La Dirección de Memoria Histórica y Reparación, que tiene como responsable a Rogelio Goiburú –y que también busca los restos de su padre desaparecido– no recibió recursos en el ejercicio fiscal 2019. Nada. Ni un guaraní.
Cuenta con apenas tres funcionarios, dos del Ministerio de Justicia y una funcionaria comisionada del Mitic.
A pesar de que fue creada en el año 2013, la primera y única vez que recibió recursos públicos para realizar trabajos de investigación, búsqueda y exhumación de personas desaparecidas fue en el año 2017.
De más está decir que Paraguay no cuenta con la infraestructura necesaria para la comparación genética de restos óseos.
Este año tampoco le fueron asignados fondos. Está tratando de hacerse con recursos a través de convenios con organizaciones no gubernamentales.
Mientras el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, sabe dónde está enterrado su padre, irónicamente el Cuatrinomio de oro que integraba Mario Abdo (padre), junto a Sabino Augusto Montanaro, Eugenio Jacquet y Adán Godoy Jiménez, fue el responsable de la desaparición de ciudadanos cuyos familiares aún no pueden velarlos.
Quizá, cuando esta pandemia termine, el Gobierno dimensione el daño que se causó a tantas familias paraguayas hace más de 30 años, y destine, por fin, recursos a la búsqueda de los desaparecidos.
Y por qué no soñar con que el Partido Colorado, que gobierna ahora, encabece los trabajos para dotar de fondos y haga posible que ningún paraguayo más tenga que sufrir durante años sin poder llevar unas flores a la tumba de sus seres queridos.