Las mipymes son principales generadoras de empleos en nuestro país. El Gobierno debe potenciar el espíritu emprendedor, como capital clave de nuestra economía. Debe facilitar el camino a la formalización, especialmente de las microempresas, y acompañar con políticas adecuadas de crédito para su expansión. Además, tiene que insistir en la capacitación para que el agente de una unidad productiva tome las decisiones correctas para invertir en medio del riesgo que representa y del deseo de superación.
En este ámbito se encuentran las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), que hoy juegan un papel de gran relevancia en nuestra economía. A tal punto que el 75% de la fuerza laboral está en este sector. Una cifra más que elocuente de la importancia que tienen en el desarrollo del país y en la manutención de las familias.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes al tercer trimestre de este año, de los 2.906.475 de la población ocupada, 1.819.555 (62,6%) trabajan en una microempresa, 256.893 (8,8%) en una pequeña empresa y 108.934 (3,7%) en una mediana empresa.
Por tal motivo, las mipymes deben ser muy protegidas por el Gobierno, considerando que son el motor de nuestra economía. No se puede desconocer que el marco normativo aprobado en el 2012 y su reglamentación en el 2013 alienta la promoción de este sector. Y mediante el Decreto Nº 9261 del año 2012, se creó el Viceministerio de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas, dependiente del Ministerio de Industria y Comercio, que tiene por función coordinar y dirigir las acciones del Sistema Nacional de Mipymes; coordinar, sistematizar y ejecutar las políticas de apoyo para la creación, promoción, gestión, tecnificación y desarrollo de las mipymes. La normativa y la secretaría citada fueron un paso relevante para promover a estas empresas con base en un plan estratégico.
El Gobierno debe seguir fortaleciendo a este sector con capacitaciones y foros para que el emprendedor se sienta seguro de las decisiones que adopte. En tanto, también existen agrupaciones privadas que igualmente preparan a los que se decidan trabajar en este ámbito y acompañarles en la evolución.
Uno de los principales problemas para que, especialmente, las microempresas accedan al crédito es la falta de formalización. Las autoridades deben facilitar las gestiones para que la legalización sea una realidad y pueda abarcar a más unidades productivas.
La formalización es una ventana a más oportunidades para el emprendedor. Pero también hay que acompañarlo con políticas adecuadas de crédito, considerando el renglón al cual pertenece y sabiendo que este sector es clave para la economía. Los números así lo indican.
Definitivamente, el Estado debe potenciar las iniciativas de pequeñas inversiones que generan empleos, pero a la vez observando que se cumplan las condiciones laborales para evitar explotaciones con los dependientes.
El espíritu emprendedor es un capital que se debe cuidar. Al crear una mipymes, su propulsor o propulsores deben afrontar el riesgo que se genera en medio del deseo de superación. Y además deben saber adaptarse a los cambios. Su futuro depende de lo que ellos generen, inventen, produzcan y de la receptividad que tengan en el mercado. Son arquitectos de su propio destino.
Muy diferente a la realidad que se puede ver en instituciones del Estado como el Congreso Nacional donde un funcionario solo necesita ser hijo o hija de un parlamentario, tener un buen padrino o un buen contacto para asegurar un millonario sueldo. No necesita pensar mucho, ser creativo, correr algún riesgo o capacitarse para ser idóneo en la función que le toque. Simplemente, hacer hurras por su líder y listo.