La sequía derivó en la escasez de agua en los reservorios, tajamares y espejos de agua, tanto de comunidades rurales e indígenas de diferentes regiones de nuestro país y se estima que la condición perdure entre julio y agosto.
Esta situación no solo favorece a posibles incendios forestales. En el Chaco, la condición dificulta el acceso al agua para consumo humano.
Por otro lado, la SEN advirtió que las condiciones afectan también a los cultivos de autoconsumo e incide en los niveles de agua de los ríos Paraguay y Paraná.
“La ausencia de agua y los fuertes vientos contribuyen a que la vegetación se convierta en material inflamable, a esto sumadas las acciones antrópicas son los que peligrosamente pueden ser disparadores para la generación y propagación de incendios forestales”, manifestó un comunicado de la SEN.
Para la Secretaría de Emergencia Nacional el monitoreo de focos y condiciones de clima es clave, considerando la estadística de eventos anteriores, como aquellos vividos desde agosto a noviembre del año pasado, que consumieron unas 325.000 hectáreas del país, solo en el Departamento de Alto Paraguay y Presidente Hayes.