Las características de las dimensiones que incluye el indicador de NBI poseen un gran potencial para el análisis y abordaje de la pobreza desde la óptica de aspectos estructurales. Una vivienda de calidad proporciona protección y la existencia de espacios suficientes permiten una vida armónica entre los integrantes y contribuyen a crear condiciones adecuadas para la salud y la educación.
El acceso a agua potable y el saneamiento básico se vinculan a aspectos sanitarios, siendo condiciones necesarias para una vida larga y saludable; mientras que la inclusión y permanencia en el sistema educativo es condición necesaria para una vida autónoma, tanto en términos económicos como políticos.
La capacidad de subsistencia se relaciona con las condiciones del mercado laboral y la seguridad económica, así como el vínculo entre la educación del jefe de hogar y la cantidad de personas en este. Estos aspectos, en su conjunto, dan cuenta de la calidad de vida y el desarrollo económico y social del país.
La relevancia de la medición de las NBI radica en tres aspectos principales. En primer lugar, los avances de los hogares y poblaciones en estas dimensiones constituyen logros que impactan positivamente en la vida de las familias a corto y largo plazo. Una evolución positiva en las cuatro grandes dimensiones señaladas se considera determinante para reducir la pobreza de manera estructural, romper con la transmisión intergeneracional de la pobreza y disminuir los riesgos de volver a caer en ella. Para quienes nunca estuvieron en situación de pobreza, las mejoras en estos indicadores también reducen la vulnerabilidad y contribuyen a una trayectoria menos volátiles hacia la movilidad social ascendente.
En segundo lugar, los cambios en las NBI son susceptibles de ser abordados a través de las políticas públicas. La evolución de la mayoría de los indicadores son derechos establecidos constitucionalmente y, por lo tanto, el Estado y las políticas públicas tienen un rol central en su satisfacción. Por ello, este indicador constituye un instrumento útil para el diseño, seguimiento y evaluación de políticas públicas.
En tercer lugar, los indicadores de NBI al provenir de datos censales tienen la potencialidad de ser analizados desde los enfoques territoriales más desagregados, además de contemplar las desigualdades entre hombres y mujeres y por ciclo de vida, proporcionando gran información para la toma de decisiones.
Si bien en los últimos 40 años, el porcentaje de hogares con NBI ha disminuido y resulta preocupante que en valores absolutos, la cantidad de hogares con necesidades insatisfechas haya aumentado. Además, a pesar de la evolución positiva del promedio general, persisten numerosos municipios con más del 50% de su población con NBI.
Dadas las necesidades esenciales como la inasistencia escolar de niños y niñas de 6 a 14 años; personas de 15 años o más sin segundo grado aprobado o acceso a agua en red, el Gobierno debe tomar estos datos y plantear respuestas urgentes para reducir drásticamente estos porcentajes en el corto plazo. Es inadmisible que un país que se supone es el “milagro económico” de la región sea incapaz de contar con educación básica o agua potable de manera universal.